CAPÍTULO 3

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Capítulo 3

El resto de la semana para Irina pasó de manera lenta, pues siempre hacia la misma rutina, solo que ésta había sufrido un gigante y atractivo cambio, el cuál también traía incluido un sexy acento ruso.

Ese día era viernes, por fin podría darse un respiro en sus días libres, los cuales eran los sábados y los domingos.

Entró al hotel a paso rápido y como siempre se dirigió a los cambiadores de los empleados, para cambiar su ropa normal por el uniforme que ya estaba acostumbrada a utilizar, lo único que agradecía era que por lo menos los encargados del hotel se preocupaban de que el uniforme fuese cómodo y que sobre todo no de comezón. Una vez estuvo su uniforme perfectamente puesto, se agarró su largo cabello castaño en una coleta alta.

Salió de los cambiadores y caminó por el largo pasillo hasta llegar a la amplia área de recepción, mientras iba pasando, desde donde estaba miró cómo Vladimir Ivanov salía del ascensor siendo seguido por Boris, el hombre de ojos azul profundo caminaba hacia la puerta del hotel con paso rápido e intimidante, llevaba un traje gris con rallas verticales en color marrón, el cuál se ajustaba de manera perfecta a su musculoso cuerpo, el traje no tenía a la vista ni una sola arruga que lo hiciera ver imperfecto, Vladimir llevaba su cabello negro azabache perfectamente peinado, sin una sola hebra fuera de lugar, su rostro, libre de imperfecciones de encontraba neutro, sin alguna expresión que demostrara su estado de ánimo, como si fuese un témpano de hielo. Un Rolex adornaba su muñeca derecha y unos zapatos finos de color café, calzaban sus pies.

Reaccionó cuando lo miró posar su mirada en ella, el tiempo se detuvo, sus ojos la miraban con una intensidad que la hizo jadear en busca de aire, vió como el hombre alejaba su miraba de sus ojos para bajar lentamente por su cuerpo. Cuando los hombres miraban su cuerpo sentía una sensación incómoda, pero por alguna razón que desconocía le gustaba que ese ruso la mirara, no entendía porqué su zona baja le estaba palpitando, sintiendo un ardor enloquecedor en la misma área.

Se mordió los labios para no gemir, provocando que la mirada de Vladimir volviese a subir a su rostro, pero ésta vez el hombre no estaba mirando sus ojos, sino sus labios, esos apetecibles y sonrosados labios que le hubiese gustado devorar justo en ese momento. Su contacto visual fue interrumpido cuando Boris le avisó a Vladimir que el auto ya se encontraba en enfrente del hotel. Vladimir salió del hotel no sin antes dedicarle una última mirada a la mujer que últimamente ocupaba sus pensamientos.

—¡Hoy es viernes!— escuchó la voz de Pia gritar a su lado, fue imposible que no se sobresaltara, pues estaba tan ensimismada mirando a Vladimir que no se dio cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

—Si, se que hoy es viernes— le respondió continuando con su camino hacia la cocina, siendo seguida por Pia.

—¡Y el cuerpo debe saberlo!— gritó nuevamente Pia, ganándose una mirada de reproche de parte de Irina.

—Pues mi cuerpo ni enterado— respondió Irina mientras entraban a la cocina, mirando como los meseros y los chef iban de un lado a otro, como siempre. Se encaminó hacia el refrigerador y tomó algo de comida, pues no se había desayunado en casa, Pia también tomó algo que engullir y se sentaron las dos en una esquina.

—Ay, no seas aburrida— se quejó Pia— hoy nos iremos de fiesta.

—No puedo, además mi madre...— fue interrumpida por una furiosa Pia.

—Tu madre nada, esa vieja lo que debería de hacer es buscarse un trabajo, no sé porqué estás manteniéndola, no es como si fueras menor de edad y no pudieras salir de esa casa, Irina eres mayor, ¡Por Dios! ¡Tienes veinticuatro años! Con todo lo que trabajas ya deberías tener tu propio apartamento, vivir sola y darte todos los gustos que quieras, porque ¿Sabes una cosa? Tu trabajas con esfuerzo para ganar dinero y que otra persona vaga, que solo le guste estar sentada en una silla esté gastándolo por ti no me parece justo— dijo Pia sin pelos en la lengua.

Bajo Los Encantos Del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora