Capítulo 6El beso no era tierno, ni mucho menos lento, era desesperado y, a la misma vez desenfrenado, le fue inevitable no seguir el apasionado beso con el que el hombre la había atacado, sus suaves y carnosos labios la envolvieron, como si se tratase de un embrujamiento, su lengua tibia la estremeció y sus respiraciones pronto comenzaron a mostrarse agitadas. Sintió una de las manos del hombre subir hacia su nuca haciendo presión, juntando aún más sus labios, mientras que su otra mano seguía adherida a su cintura.
Pronto estaba siendo levantada por el hombre e instintivamente sus piernas rodearon la cintura de él, mientras que sus manos, tomando vida propia, comenzaron a tocar el pecho carente de ropa de Vladimir, quién; al sentir el tacto tibio de sus pequeñas y delicadas manos, gruñó de placer, deseando que tocara otra área y con otra y húmeda área de su cuerpo.
Las manos de Vladimir apretujaron con ansia su prominente trasero, estrujándolo con deseo, el aire se le estaba acabando a ambos, pero estaban tan deseosos el uno del otro que no pudieron alejarse, hasta que el aire definitivamente hizo falta.
—Tus labios serán mi perdición— murmuró Vladimir entre la marea de emociones.
Estaban a punto de volver a fundir sus labios, pero escucharon un carraspeo provenir desde la sala del penthouse.
Irina se quedó paralizada, mientras que Vladimir fue quien se aventuró a mirar hacia el lugar de donde había provenido el sonido, el enojo y la irritación cubrió sus ojos y las facciones de su rostro en el mismo momento en el que divisó a Boris mirándolos a ambos, más porque el traje de mucama de Irina se había subido hasta sus muslos y su parte posesiva quería evitar que la mirara más de la cuenta.
>> Tienes un minuto para desaparecer de mi vista, Boris— el hombre de piel canela, un tanto avergonzado por haber interrumpido tan fogoso beso, desapareció de la escena de inmediato, volviendo a darles privacidad a la pareja.
Los ojos azul marino de Vladimir volvieron a ver hacia Irina con intensidad, provocando que las mejillas de la muchacha se enrojecieran.
—Disculpa eso— le dijo Vladimir, aún con sus ojos fijos en los de Irina.
—Yo-yo, creo que debería ir-irme— dijo rápidamente en un susurró, sintiéndose avergonzada de que los hayan visto. Se dio la vuelta dispuesta a salir de ese lugar.
—No tienes que irte— la detuvo tomándola del brazo al verla darle la espalda.
Ella soltó un pesado suspiro antes de volver a verlo. —Debo volver a mis obligaciones, señor Ivanov— dijo mirándolo directo a los ojos, para luego darse la vuelta y caminar fuera del penthouse, pero se detuvo en seco— esto no debe volver a repetirse— demandó, para luego continuar con su camino por el pasillo, sintiendo como su corazón le martilleaba fuerte, queriendo salirse de su caja torácica.
Mientras que en el penthouse se encontraba Vladimir reprendiéndose asimismo por ser tan impulsivo, por haberse atrevido a besarla sin antes haberla persuadido, estaba claro que ella se había dejado llevar, pero en el mismo momento en el que Boris los interrumpió vió lo avergonzada que la chica estaba.
Soltó un suspiro llevándose las manos a la cabeza, para después acercarse a la puerta principal y cerrarla de un portazo. Entró nuevamente a la sala y se dirigió hacia el pequeño bar que tenía en el penthouse para servirse un vaso de Whisky y tratar de calmar la hinchazón que tenía en su zona sur.
Por otro lado, Irina se miraba en el espejo del ascensor, sus mejillas aún tenían ese sonrojo que las hacía cobrar vida y sus ojos se encontraban iluminados. Suspiró.
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Bajo Los Encantos Del Ruso
RomanceVladimir Ivanov, es un empresario y multimillonario ruso con una vida bastante monótona, amante de los autos deportivos, mandón y autoritario, en uno de sus viajes de negocios a Italia conoce a Irina Rinaldi, una joven mucama que se encarga de deses...