CAPÍTULO 32

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Capítulo 32

El día de Pia regresar a Italia había llegado, y a pesar de la insistencia de Irina porque se quedase unas semanas más en Rusia, la muchacha se negó a quedarse más tiempo del que tenía permitido, no quería, bajo ninguna circunstancia perder su trabajo, era su única fuente de ingresos y conseguir otro en esos tiempos era difícil, así que se era un lujo que no se podía dar.

La despedida no fue fácil para ninguna de las dos, eran muy unidas, se complementaban y estar lejos una de la otra era doloroso, se querían más allá de la amistad, se querían como hermanas.

Si la despedida con Irina había sido difícil, con el moreno lo había sido aún más, pues el hombre se había empeñado en ser quien la llevara al aeropuerto. Las semanas juntos habían intensificado sus deseos y sentimientos más allá de lo carnal, las noches en las que solo estuvieron acostados hablando de la vida, con su desnudes rozándose, llegaron a la mente de Pia, reproduciéndose como videos.

El abrazo fue largo, añorante, con miles de promesas silenciosas, parecía que se les hacía difícil, casi imposible separarse, todas las personas en el aeropuerto que fijaron sus ojos en ellos se dieron cuenta, incluida Irina, quien mirada con ojos tristes la escena. Recordándose, sin poder evitarlo, a sí misma en Italia, despidiendo a Vladimir luego de un mes o semanas de estar juntos, le dolía ver el dolor en los ojos de su amiga, porque ella sabía lo que era estar lejos de la persona que te hace sentir segura.

La pareja solo pudo separarse cuando el tercer y último llamado para el vuelo a Italia fue anunciado en los alta voces. Un último beso selló su despedida antes de que la muchacha, luego de dedicarles una sonrisa triste, les diera la espalda para caminar hacia la sala de abordaje. Irina suspiró viendo a su amiga perderse detrás de unas puertas.

—¿Por qué no le pediste que quedara? — preguntó a Boris con voz pasiva. Su mirada aún seguía fija en el lugar por donde se había ido su amiga.

El moreno no respondió de inmediato, su vista también estaba fija en el mismo lugar que la de Irina y su rostro libre de imperfecciones se encontraba serio, sin ninguna expresión que delatara su estado de ánimo, pero sus ojos... Esos ojos marrones estaban convertidos en tormenta pura.

Un suspiro salió de sus labios, antes de las palabras lo sustituyeran.

—No quiere, usted lo sabe— respondió con voz neutra, ninguna emoción se reflejaba en su tono— no puedo obligarla a quedarse conmigo.

Irina guardó silencio, sabiendo que tenía razón.

Es un caballero, pensó.

>> —Debo llevarla con el señor Ivanov— avisó, e Irina solo le dio un asentimiento antes de comenzar a caminar hacia la salida del aeropuerto.

•••

El viaje fue bastante silencioso, sólo se escuchaba el sonido de la música en volumen bajo que el moreno había puesto para llenar el ambiente. Al llegar a la empresa, Boris se bajó del auto para abrirle la puerta de los asientos traseros, y cuando estuvo fuera del auto, le dedicó una sonrisa al moreno antes de emprender camino hacia la entrada del imponente edificio.

Después de haber cruzado las puertas dobles de la entrada, un suspiro salió de sus labios, y armándose de valor, siguió caminando, siendo consciente de las miradas de los empleados de su marido sobre ella, no los culpaba, las personas eran curiosas al fin y al cabo.

Les dedicó una corta sonrisa a las recepcionistas del primer piso antes de pasar de largo la mesa, yendo directo hacia el ascensor privado de Vladimir, una vez dentro de éste, presionó el número del último piso y espero a que la caja metálica completara su recorrido, el cual se hizo en pocos minutos.

Bajo Los Encantos Del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora