Capítulo 17
La inminente partida de Vladimir se acercaba con rapidez, los días pasaban como agua en un río, e Irina se hallaba cada vez más nerviosa por su partida, se había acostumbrado a tenerlo cerca en solo unas pocas semanas, y no sabía cómo se sentiría al tenerlo lejos.
Era miércoles y ya estaban a mitad de semana, la noche anterior Vladimir había decidido quedarse en el hotel, así que esa mañana despertó completamente sola en la enorme cama matrimonial que poseía el departamento, se duchó sin prisas y tras cambiarse con un vestido spandex de color azul, que le llegaba debajo de las rodillas, una camisa a cuadros blancos y azules que le llegaba debajo de los muslos, y unos sneakers blancos, salió de la habitación caminando por el pasillo para ir directo hacia la cocina.
No tardó mucho tiempo en prepararse un sándwich de queso, y comerlo con un jugo de naranja fresco, cuando terminó de desayunar peinó su cabellera, ajustándola en una coleta a la altura de su nuca y cuando estuvo lista, salió del departamento llevando un pequeño bolso en el que llevaba su teléfono, dinero y las llaves del departamento.
Pulsó el botón para llamar el ascensor y esperó paciente, mientras que se perdía entre sus pensamientos, analizando esa mañana tan solitaria, ¿Así serían todos los días cuando él se vaya? ¿Se levantaría en total silencio sin tener con quién hablar? Todo volvería a ser como antes, solo que ahora su madre no vivía con ella.
Sabía que en el momento en el que decidió vivir sola, estaría sola, pero no tuvo aportunidad para acostumbrarse, pues Vladimir desde el momento en que se mudó, siempre estuvo con ella, despertando a su lado, desayunando junto a ella, y se había acostumbrado a eso, se había acostumbrado a él...
El sonido del ascensor la sacó de sus pensamientos y sacudió su cabeza para liberar esos pensamientos, para después internarse dentro de la caja metálica, y marca el primer piso.
Se pegó de una de las paredes cuando el ascensor comenzó a descender y esperó a que la caja metálica llegara al piso indicado.
Cuando el ascensor se abrió, salió de ésta con paso presuroso, encaminándose directo hacia la puerta de salida del edificio, una vez afuera, se llevó una sorpresa al ver a Boris esperándola fuera del auto, el moreno al verla no dudó en abrir la puerta de los asientos traseros para ella.
—Buenos días, Boris, ¿Y Vladimir?— preguntó al ver que en los asientos traseros no había nadie.
—Buenos días. El señor Ivanov tiene una mañana ocupada, pero seguro sacará tiempo para verla más tarde— respondió Boris, para luego cerrar la puerta y adentrarse al auto.
El vehículo se puso en marcha, e Irina no preguntó nada más al respecto.
El viaje fue bastante silencioso, pero para nada tenso, y a pesar del tráfico de la ciudad por la hora que era, lograron llegar justo unos minutos antes de su hora de entrada al hotel.
—Gracias por traerme, Boris— susurró antes de salir del auto.
Caminó hacia la entrada del hotel con paso rápido y una vez dentro de éste, como siempre, se encaminó directo hacia los cambiadores de los empleados, para remplazar su ropa por el uniforme de mucama que usaba para trabajar.
Cuando salió de los cambiadores, caminó a paso rápido por el pasillo para salir a recepción, pero cuando estuvo a punto de pasar la mesa, fue detenida por Carina, una de las recepcionistas.
—¿Si?— respondió al llamado, acercándose a la mesa de recepción.
—El señor Santini te solicita en su oficina— le avisó la muchacha e Irina frunció el ceño.
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Bajo Los Encantos Del Ruso
RomanceVladimir Ivanov, es un empresario y multimillonario ruso con una vida bastante monótona, amante de los autos deportivos, mandón y autoritario, en uno de sus viajes de negocios a Italia conoce a Irina Rinaldi, una joven mucama que se encarga de deses...