CAPÍTULO 12

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Capítulo 12

La noche pasó con rapidez y en un abrir y cerrar de ojos ya era el día lunes, el primero en despertar fue Vladimir, quién estuvo de pie a las cinco de la mañana, se dio una ducha rápida y se enfundó en uno de los tantos trajes de diseñador que poseía en ese departamento, salió del baño peinado y listo para despertar a la hermosa mujer que se encontraba dormida en la cama.

Caminó hacia la cama con paso silencioso y cuando estuvo cerca se sentó en el borde de ésta.

Observó a Irina por unos minutos, embobado por su belleza, su cabello castaño se encontraba alborotado, pues la noche anterior no se lo había trenzado, pero aún así se veía hermosa, sus pestañas eran largas, las más largas naturales que había visto, sus mejillas se encontraban un poco sonrojadas y las pocas pecas que habían sobre ellas sobresaltaban, bajó, posando la vista en su pequeña nariz, para después terminar de bajar su mirada a sus pequeños y carnosos labios, sus manos picaron por tocarla y no se privó, estiró su mano izquierda hacia su barbilla y con su dedo pulgar comenzó a tocar sus suaves labios lentamente.

Le encantaba los suaves que eran.

Acercó su rostro al cuello de Irina y comenzó a besar esa área lentamente, dejando besos húmedos que hicieron estremecer a la muchacha adormilada, los tibios labios de Vladimir subieron por su cuello hasta su barbilla, hasta llegar a sus labios, dejando un beso casto en estos.

—Es hora de despertar— susurró para luego morder sus labios.

Se alejó de ella un poco, solo para ver cómo sus párpados se movían tratando de acostumbrarse a la luz, cuando por fin lo logró, lo primero que sus ojos celestes enfocaron fue a Vladimir, quién la miraba con una expresión de seriedad, pero con una de las comisuras de sus labios un poco arqueada.

—¿Qué hora es?— preguntó con voz ronca por las horas de sueño.

—Las seis con cuarenta y cinco minutos, de la mañana— le respondió Vladimir, mirando sus hermosos ojos.

—¡¿Qu-Qué?!— preguntó alarmada— necesito levantarme, voy tarde— susurró de prisa, pero cuando se dispuso a salir de la cama, Vladimir la tomó de la cintura y la acercó a él.

—No pasa nada si llegas tarde— murmuró— yo me encargaré de eso, iremos a desayunar y luego te llevo al hotel.

El ceño de Irina se frunció.

—No quiero que hagas eso— susurró ella mirándolo directo a sus ojos azules— no quiero que interfieras en mi trabajo, Vladimir.

Él soltó un suspiro y la miró fijamente por unos minutos.

—No lo haré, solo quiero que hoy desayunemos juntos, soy amigo del gerente y no creo que tenga problemas con que llegues tarde el día de hoy— ella continuó con el rostro serio— te prometo que será solo por hoy, puede que en los siguientes días ni siquiera nos veamos, tengo la agenda muy ocupada esta semana.

Irina soltó un suspiro.

—Bien, te lo dejaré pasar— susurró— ahora debo asearme.

Vladimir la dejó ir, no sin antes robarle un beso que le arrancó varios suspiros a la muchacha, le encantaba como la besaba, con desesperación y pasión, era un buen besador y eso a ella le encantaba, pues ella no era tan buena en el asunto y podía dejarse guiar por él fácilmente.

Finalmente se fue hacia el baño, se dio una ducha rápida tratando de no mojarse el cabello, y cuando terminó de ducharse se envolvió en una toalla y se dirigió directo hacia el lavamanos, cepilló sus dientes con uno de los cepillos nuevos que encontró en uno de los cajones, para luego salir del cuarto de baño.

Bajo Los Encantos Del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora