Hace mucho tiempo atrás, tanto que sería incierto decir cuánto, vivió una cierta pareja predestinada a estar juntos. Ella, una hermosa bailarina que se regocijaba al danzar en las praderas. Él, un intrépido músico que pasaba sus horas practicando con el arco y la flecha. Un día cierta deidad orgullosa de presenciar el amor genuino de ambos, decidió entregarles una pócima que los convertiría a los dos en unos seres celestiales, que junto a ella podrían enseñar de su amor a toda la tierra conocida. Ambos totalmente enamorados no dudaron ni un poco en aceptar la oferta de aquella grandiosa deidad, sabiendo que de esa manera podrían estar juntos por la eternidad.
La hermosa bailarina fue la primera en tomar, al mismo tiempo que lo hacía, una gran sonrisa comenzó a aparecer en su rostro. Pero pasados unos segundos, aquella empezó a desvanecerse. En el horizonte se logró ver a unas cuantas criaturas volando a toda velocidad hacia la pradera.
Aquellas eran los nueve buitres de fuego de una antigua historia de cuna. Estos, totalmente cegados por la envidia decidieron por fuerza propia obtener el restante de la pócima, solo de esa manera podían ser eternos y gobernar los cielos. Así que haciendo alarde de sus artimañas lograron robar el regalo divino. Ya con el botín en sus garras comenzaron a quemar y destruir todo lo que se les cruzaba en su camino al horizonte, bosques, praderas, montañas y demás paisajes de aquella lejana tierra.
El intrépido músico lleno de un gran sentimiento de responsabilidad y compromiso con la vida misma, vio con sus propios ojos el sufrimiento que acaecía sobre la pradera. Todo se encontraba calcinado e inerte, y los pocos seres que aún vivían estaban en total agonía.
Lleno de una indignación compasiva, se puso en acción. Sacando una flecha de su aljaba, apuntó hacia los buitres. Cayó el primero, luego otro. Al acercarse el final de la batalla la situación comenzó a tornarse cada vez más difícil, sumado al menguar de sus fuerzas. Tenía que tomar una decisión, seguir alargando la batalla arriesgando de esa manera lo que amaba, o bien darlo todo en un último golpe de gracia.
La decisión fue tomada en el mismo momento que fue formulada, lo hizo por él, por su amada y por todos los seres que vivirían después de ellos. El golpe fue tan preciso y oportuno que logró acabar con la mayoría de los buitres, a excepción del menor. El cual nuestro héroe dejaría fijo en el cielo para que alumbrara los días.
Lastimosamente en esa heroica batalla, el resto de la pócima cayó derramado sobre el suelo de la pradera. Intentaron pedirle una solución a la deidad, pero la misma no podía hacer nada por más que quisiese, su pequeño acto de bondad había desatado una serie de acontecimientos nefastos para aquellos a quien buscaba proteger. Así que nuestra pareja no pudo hacer más que solo abrazarse y prometerse que se verían de nuevo, algún día.
Cuando de repente y sin previo aviso, la hermosa bailarina sintió que sus extremidades comenzaron a sentirse sin peso, y de esa misma manera empezó a flotar hacia el cielo sin poder evitarlo. Mientras esto sucedía su piel también comenzó a tornarse de un color blanco brillante. Aquel color era más deslumbrante que la luz reflejada sobre la plata más pulida, y más blanca que cualquier perla marina encontrada.
A partir de ese día se le comenzó a llamar a aquella aparición en los cielos «Yue o Yuè», a la cual terminaríamos llamando «Luna». Lo que significa para los mortales que le dieron aquel nombre: «Luz» o «La que ilumina». La pradera en donde ocurrieron esos acontecimientos, obtendría el nombre de: «Pradera de la luna danzante», en honor a aquel gran suceso de valor, amor y entrega. Se dice que la risa de aquella hermosa bailarina aún se podría escuchar en aquella pradera, pero solo si eras capaz de prestar atención.
Y allí, en aquel mismo lugar, el poderoso héroe esperó día y noche que algún día su amada regresara de los cielos. Deseaba poder tener la oportunidad de volverse a amar como las circunstancias nunca se los permitieron.
Por desgracia, los años pasaron y el pesar de los días se comenzó a notar en el cuerpo de aquel afable músico. Ya no era el virtuoso héroe que solía ser, su vista ya no era la de antaño, y sus sentidos atrofiados se veían mermados gracias al tiempo. Tanto que de un momento a otro comenzó a percibir que la luna que por años brillaba encima de él empezaba a desaparecer en la oscuridad.
ESTÁS LEYENDO
Sentimientos de Papel
RomanceDesde pequeños se nos dijo que la luna siempre estaría sobre nosotros para alumbrar nuestro camino. Sin embargo, más de una vez nos encontramos perdidos sin ella. Es gracioso porque mi vida no fue nada aburrida, aunque quizás sea todo gracias a ella...