Los siguientes días fueron igual de duros, no era tan sencillo hacer que Emilly volviera voluntariamente a lo que quedaba de su vida habitual. Todos sabíamos las luchas internas que se libraban a diario en su cabeza, hasta de cierto modo era entendible su poca intención de salir. Ya cuando se atrevió a dar ese primer gran paso nos sentimos realmente alegres por ella, entendíamos que ya estaba lista para reconstruir su vida. Las marcas que había dejado aquel episodio aún se mantenían latentes, su nerviosismo e inseguridad se notaban como nunca antes. Sin embargo, esto no sería un impedimento para Emilly, después de todo ella era la chica más fuerte que había conocido nunca.
Ya nos encontrábamos en la tercera semana de noviembre, cuando un día común y corriente, Scarlett se allegó al aula justo al haberse acabado las clases, como ya venía siendo costumbre. Solo que en esta oportunidad me encontraba hablando con Elizabeth, Mariana, Lyla y Emilly, de que esta última debía aprender defensa propia. Así que de una manera un tanto dudosa intenté enseñarle una llave de judo que había buscado la noche anterior en internet. Iniciativa realmente estúpida de mi parte. Ya que pocos segundos después Emilly estaba utilizándola en mi contra bromeando.
Ella se encontraba presionando mi cuello con su antebrazo mientras se reía, motivo más que suficiente para Scarlett entrara corriendo hacia nosotros pidiendo ayuda. Las pocas personas que quedaban en el lugar voltearon a verla extrañados, al grado de provocar en el aula un silencio totalmente incómodo. Tal fue la reacción de todos que hasta Emilly me soltó mirándola extrañada.
—¡Oye!, tranquila, solo estábamos jugando, además, ¿qué haces aquí? ¿No tenías práctica de gimnasia hoy? —le dije acercándome a ella tocándome un poco el cuello.
—Sí, pero la cancelé, quería hacer algo con mis amigas —dijo Scarlett sonriendo con las manos sostenidas atrás en su espalda—. También... quería saber si ibas a estar libre este finde.
—No, disculpa... creo que practicaré como un enfermo, me inscribiré en un concurso por allí de finales de invierno —solté sacando mi teléfono del bolsillo para ver el calendario—. La semana que viene puede que si este libre, digo, si te sirve.
—Sebas, ¿quién es la de los ricitos? —preguntó Emilly refiriéndose a Scarlett, ya que esta portaba una enorme cabellera rizada.
—Se llama Scarlett, es una amiga de otro salón.
—¿Tú conociendo chicas lindas?, no me lo creo —soltó Emilly dándole una pequeña palmada a su mesa.
—Fue algo realmente raro, si mal no recuerdo me pidió salir con ella sin siquiera conocerme de verdad —respondí de manera corrida con un rostro inexpresivo.
—No lo digas así... —refutó Scarlett sonrojándose a la vez que me daba un pequeño empujón—. Solo me puse nerviosa y dije... cosas estúpidas.
—Lo sé, solo quería molestar —solté con una pequeña risa.
—¿Hace cuánto de eso? —preguntó Emilly acercándose a mí.
—¿Ehh...? Creo que más de un mes —dije forzando mi mente para recordar.
—¡¿Qué?!, ¿un mes, Sebastián? ¿Le estás dando tanta larga a la pobre chica? —comenzó a gritar de manera exagerada.
—Bueno... eso no es de tu incumbencia —dije dándole la espalda.
—¡Hey, hey! Dejen de pelearse —intentó decir Scarlett acercándose a nosotros a la vez que veía a mis amigas—. Oye, ¿ustedes no estuvieron en el Show de Talentos?
—Si, mucho gusto. Me llamo Emilly —dijo dándole la mano totalmente alagada.
—Scarlett —soltó esta mientras las estrechaban.
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Sentimientos de Papel
RomanceDesde pequeños se nos dijo que la luna siempre estaría sobre nosotros para alumbrar nuestro camino. Sin embargo, más de una vez nos encontramos perdidos sin ella. Es gracioso porque mi vida no fue nada aburrida, aunque quizás sea todo gracias a ella...