Unas semanas antes de navidad, Emilly y Anthony tuvieron la idea de hacer una reunión/fiesta para noche buena, ya que ninguno tenía planes para ese día. Así que sin nada que esperar, entre los dos comenzaron a organizar todo, para que los demás no arruináramos nada. Y cuando dije; «los dos» me referí a Emilly sola, puesto que estaba emocionada por pasar su primera navidad con sus nuevos amigos.
Ya todo estaba listo, el intercambio de regalos, la cena, hasta la reservación del local ya estaba hecha. La fiesta sería en un lugar con muchas habitaciones disponibles para ese tipo de reuniones, y nos enteramos de ese lugar gracias a que Elizabeth vivía cerca. Solo faltaba esperar unos días. Por mi parte hasta logré que mis padres me levantaran el castigo por mis notas bajas, así que ya estaba listo para la fiesta.
Llegado el día, me levanté con ánimo, me preparé y salí a comprar con Alejandro el regalo del intercambio. Él no podía creer que había dejado eso para última hora, él ya me conocía y sabía que solía postergar las cosas, más pensó que esta vez haría el esfuerzo de hacerlo antes —pensamiento totalmente equivocado—. Cuando llegamos al centro de la ciudad entramos en una tienda de electrodomésticos, quería comprar algo que ya tenía pensado desde hacía un tiempo. Así que salí con unos auriculares grandes en una bolsa de regalos, si iba a regalar algo sería lo que a mí me gustase que me dieran.
Supuestamente, Alejandro había ido con Elizabeth a hacer la reservación del local, así que me confié en él para llegar. Pero después de caminar cuarenta y tantos minutos sin saber en dónde nos encontrábamos, le dije señalando una valla publicitaria:
—Oye, ¿esa valla ya no la habíamos pasado?
—No... —replicó a la vez que miraba hacia los alrededores tratando de encontrar una calle—. Creo que hay muchas vallas iguales a esa por aquí.
Después de hacer silencio por unos segundos sin siquiera dar un paso le dije:
—¿Estamos perdidos verdad?
—Sí, estamos perdidos —soltó sin ánimo sacando su teléfono del bolsillo de su pantalón.
—¿Vas a llamar para que nos vengan a buscar?
—¡Voy a llamar para que nos vengan a buscar! —repitió mirando hacia el suelo.
Cuando llegó Anthony para buscarnos, Alejandro decidió no decir ni una sola palabra hasta llegar al local. No podía aguantar la risa al ver el claro desánimo que le provocaba su mala orientación. Ya estando en el lugar comenzamos a divertirnos, comimos, jugamos, bailamos y hasta aprovechamos el karaoke. No obstante, esa vez fui preparado con unos tapones para los oídos, solo y exclusivamente para cuando le tocara cantar a Emilly —nadie me creía cuando contaba lo mal que lo pase en su casa con su karaoke—. No pude dejar de reír al ver la reacción de los demás cuando simplemente me puse los tapones con una sonrisa.
—Miren, hasta he mejorado un poco, ¿verdad? —dijo Emilly volteando hacia nosotros para vernos después que terminó de cantar, pero se encontró con Anthony y Alejandro tirados en el piso actuando como si tuvieran un ataque epiléptico.
—Emilly... no sé qué decir, solo... deja eso —le dijo Elizabeth quitándole el micrófono, mientras yo solo aplaudía y sonreía sin escuchar nada de lo que decían gracias a los tapones para oídos.
—Ninguno de ustedes sabe apreciar mi arte —terminó de decir Emilly riéndose sarcásticamente mientras tomaba sus muletas y salía de nuestro local para responder la llamada que estaba recibiendo.
Después de unos minutos, nos extrañó que Emilly no hubiese regresado, así que Elizabeth salió a buscarla. Al caminar un poco dentro del complejo, la encontró rodeada por un grupo de cuatro estudiantes mayores, los cuales estudiaban en la misma preparatoria que nosotros. Entre ellos estaba Leonard Smith, un tarado ricachón que solo vivía de apariencias. Él era parte de los que abusaban de Emilly hacía un tiempo atrás. En esta ocasión ella comenzó a gritarles que la soltaran, pero ellos tenían otras intenciones.
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Sentimientos de Papel
RomansDesde pequeños se nos dijo que la luna siempre estaría sobre nosotros para alumbrar nuestro camino. Sin embargo, más de una vez nos encontramos perdidos sin ella. Es gracioso porque mi vida no fue nada aburrida, aunque quizás sea todo gracias a ella...