Todo esto de Vanessa había llegado a un punto en el cual no podía seguir evadiendo el tema con mis amigos, no quería hablarles de ella por no saber cómo actuarían frente a esta. Emilly y Elizabeth seguían siendo muy amigas de Lyla, y no sabía si se podría llegar a dar una escena nada agradable. No obstante, me decanté por presentarla en una cena que haríamos para celebrar el cumpleaños de Alejandro. No estaba muy seguro de que fuera una buena idea, pero ya no había tiempo de echarse a atrás. Así que me preparé mentalmente, cualquier cosa podía suceder.
El día de la cena pasé primero por Vanessa para irnos juntos al sitio, pero al entrar a su casa la conseguí sentada en su sofá del salón pintándose las uñas de los pies aún con el pijama puesta. Cuando ella vio mi mirada amenazante llena de ganas asesinas salió corriendo a su habitación a cambiarse, pero se tardó alrededor de media hora buscando qué ponerse. Fueron los treinta minutos más largos de mi vida, jugué con Bartolomeo, vi TV, hasta me dio tiempo de recoger la sala y ordenar el desorden que estaba en la cocina.
Cuando por fin estuvo lista encendió la TV para dejársela de esta manera a Bartolomeo —nunca sabré el por qué—, pero al hacerlo se dio cuenta que estaban pasando su caricatura favorita. Así que me la tuve que llevar a arrastras hasta que pudimos montarnos en un taxi. Ella se había puesto un vestido casual color negro con un estampado de flores, pero me di cuenta que en sus manos solo llevaba su cámara y nada más.
—¿Por casualidad dejaste tu bolso? —le pregunté mirando fijamente sus manos.
—Dale, no lo necesito si tengo esto —dijo mientras se levantaba el vestido un poco y mostraba de esa manera un pequeño estuche, el cual se encontraba sujetado a su muslo con un arnés algo extraño—. Carteratruco, perri.
—Por favor, no hagas esas cosas... no es normal —solté entre una pequeña risa al mismo tiempo que me sobaba el tabique con las manos—. ¿Y el regalo que te dije que compraras para Natalia?
—Tengo algo mucho mejor preparado —dijo riéndose de manera exagerada.
—Entones el dinero que te di para que compraras el...
—Se desapareció —soltó moviendo las manos como un mago sin dejar de reír.
—La próxima vez lo compraré yo —murmuré a la vez que me resultaba algo jocosa la situación.
Al llegar al restaurante respiré hondo y me dije a mi mismo: «Que suceda lo que Dios quiera». Después de darnos a anunciar con el recepcionista, él mismo nos llevó hacia la mesa en donde se encontraban todos mis amigos esperándonos, ya que obviamente íbamos tarde por culpa de Vanessa. Mientras nos íbamos acercando le comencé a decir a esta:
—Mis amigos pueden resultar un poco... difíciles a primera vista.
—Tranquilo, che. Estoy ansiosa —dijo ella mientras caminaba detrás de mí.
—Y es mejor prevenir que curar, así que ten cuidado con Emilly —le dije volteando hacia ella.
—¿Emilly?
—Te darás cuenta cuando la... —intenté decir siendo interrumpido por un grito estruendoso proveniente de la mesa.
—¡Sebastián! —gritó Emilly corriendo hacia mí—. Pensé que ya no vendrías.
—Lo siento, se nos hizo tarde...
—¿Ella es...? —preguntó Emilly mirándola de arriba a abajo mientras me interrumpía.
—¡Déjame terminar de hablar! —le grité dándole un golpe de karate en la frente—. Ella es Vanessa, es la chica que les comenté.
—Lo sé, solo quería hacer algo de drama... aburrido —dijo mientras se iba a su silla sobándose la frente.
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Sentimientos de Papel
RomanceDesde pequeños se nos dijo que la luna siempre estaría sobre nosotros para alumbrar nuestro camino. Sin embargo, más de una vez nos encontramos perdidos sin ella. Es gracioso porque mi vida no fue nada aburrida, aunque quizás sea todo gracias a ella...