Capitulo 22

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Me inclino el vaso de vodka dejando que me raspe la garganta, porque me siento como una mierda por ser una mala hija. En mi vida nunca me faltó nada, mis papás siempre fueron atentos, aquí la perra soy yo, desde el momento en el que nunca les hacía caso, me escapaba de casa, dejé la universidad y ahora los pongo en peligro por mis malas decisiones.

Soy la oveja negra de la familia, porque todas mis primas se han graduado de alguna carrera, tienen trabajos estables haciendo sentir a sus padres orgullosos ¿Y yo? nunca he hecho nada para hacerlos sentir bien, admito que siento envidia de mis primas, a la que yo tachaba de aburrida por no querer escaparse de casa para ir a alguna fiesta, hoy en día es abogada y le va muy bien, mientras yo cada que salgo tengo que estar alerta de que nadie intente matarme.

Lo peor de todo es que no puedo culpar a nadie, no puedo decir que las circunstancias me llevaron a esto, cuando yo solita me lo busqué, si tan solo hubiera seguido con mis estudios, si no me hubiera dejado llevar por el dinero fácil, me hubiera ahorrado tantas cosas. En estos momentos estaría en Los Ángeles ejerciendo mi carrera, teniendo una vida normal con mis padres, mi mejor amiga estaría viva, no me hubiera separado de mi abuela para apoyarla en su lucha contra el cáncer.

Ni siquiera conoció a su bisnieto, mi mamá me dijo que lo conocía a través de fotos, pero no es lo mismo.

Todo lo hice mal.

─Alee... ─me habla mi hijo, pero ni siquiera soy capaz de mirarlo a la cara, su papá y yo solo lo condenamos a este tipo de vida, otra cosa que tampoco me voy a perdonar.

─Vete, Andrei...─me limpio las lágrimas.

Soy fuerte, joder. Pero llega un punto en el que todo te pesa y necesitas sacar lo que llevas dentro, también es dañino contener tus sentimientos, ya no sé ni por qué lloro, si por todo lo que tuve que pasar cuando era cautiva de Enrico, por mis malas decisiones, solo lo dejo salir.

Margaret se lleva a Andrei e ignoro la silueta que se encuentra recargada en la puerta.

─De nada te sirve llorar. ─su voz es como taladro para mis oídos, no quiero escuchar a nadie.

─Quiero estar sola. ─demando y se acerca.

─Apestas a alcohol. ─me levanta y siento mi cabeza dar muchas vueltas. ─Toma una ducha y evita este tipo de comportamientos cerca de mi hijo.

─ ¡Eres un idiota! ─lo empujo. ─Déjame en paz.

─ ¿Y eso de que te servirá? ¿Te tirarás al piso a seguir lamentándote? ─me mira con seriedad. ─Deja de dar lástima y ten los putos ovarios para enfrentar las consecuencias de tus actos.

Sus palabras me hacen sentir más miserable.

─Yo no soy como tú, Aleksei. ─aprieto los puños. ─A diferencia tuya yo si amo a mi familia y también me preocupo por ellos.

─No voy a discutir con una ebria. ─me jala del brazo, provocando que mi vaso se caiga y yo me tambalee. Por más fuerza que impongo me lleva hacia el baño. por suerte no llego a ese estado de querer vomitar, pero si estoy muy mareada.

Dejo que me quite la ropa y me meta a la ducha, el agua fría me despabila. Al salir me lavo los dientes.

─No debes beber así. ─espeta con seriedad y ruedo los ojos.

─No tomé tanto, antes me ponía peor.

Me mira con el ceño fruncido, rodeo su cuello con mis brazos y me acerco hasta que nuestras narices se rocen.

INCONTROLABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora