Capitulo 31

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Durante el camino no medité ni media palabra y agradezco que Aleksei no me haya dicho nada al respecto, en cuanto llegamos solo voy hacia el cuarto y me dejo caer en la cama.

─Alexandra...─cierro los ojos al escuchar su voz.

─Ahora no, Aleksei. Me gustaría estar un rato sola, por favor.

Escucho como cierra la puerta y la única forma de bloquear todos mis pensamientos es quedarme dormida. Al abrir los ojos veo la luz traspasar la ventana, ¿Cuánto dormí? En mi celular veo que ya es por la tarde y suelto un resoplido, tengo varios mensajes de Alika y Yakov, no tengo humor para lidiar con nadie.

La puerta se abre y sonrío al ver a mi hijo correr hacia mí, me levanto y dejo que me abrace.

─Volviste...─comenta sonriente y despeino su cabello. Estoy aprendiendo a manejar mis emociones y no quiero que se dé cuenta de lo mal que me siento.

─ ¿Quieres comer algo? ─pregunto y asiente. Paso rápidamente al baño para enjugarme la boca y lo tomo de la mano. Bajamos las escaleras y admito que me sorprende ver a Aleksei aquí, pensé que estaría en la organización, ya que últimamente se la pasa ahí.

Se encuentra sentado tecleando algo en su celular, alza la vista y detesto esa mirada analizadora que me dedica, por mi parte me siento a lado de Andrei y Margaret nos sonríe a ambos.

─Serviré la comida. ─informa y se va para la cocina.

─ ¿Tienes clases? ─le pregunto a mi hijo y hace una mueca.

─Hoy no.

─ ¿Qué te enseñan?

─Cuentos aburridos. ─hace un puchero que me hace soltar una risa.

─Deberías convivir más con niños de tu edad. ¿No te gustaría?

Niega con la cabeza. ─Los niños son tontos.

─Tú eres un niño. ─le aclaro.

─Pero no soy tonto. ─entrecierra los ojos. ─Y siempre me miran como bobos por el color de mis ojos.

─No puedes culparlos, tienes unos ojos hermosos.

Me mira con emoción. ─ ¿Tú crees?

─Por supuesto.

Margaret sirve la comida y Aleksei sigue sin decir nada, antes lo hubiera incluido a la conversación, pero lo que menos quiero es una discusión por más pequeña que sea.

─Ya no quiero postre dulce. ─le dice Andrei a la cocinera. ─Ya me dio asco.

─Yo si quiero. ─tomo el pequeño plato, cuando termine el pollo lo comeré.

Durante la comida no dejo de sonreír por las ocurrencias de Andrei, y aunque lo creía imposible logra mejorar mi humor y olvidarme de lo que pasa a mi alrededor. Aunque sé que está mal, me causa gracia que siendo tan pequeño sea tan demandante, algo que en un futuro pienso corregir.

Tiene que entender que no siempre las cosas se harán a su modo, algo que al parecer no le han inculcado aquí.

─Tengo sueño. ─se talla el ojo, al levantarse tumba una servilleta y alzo la ceja al ver que la deja ahí.

─Antes de que te vayas recoge eso.

─ ¿Qué? ─mira al piso y hace una mueca. ─Para eso están los sirvientes.

El comentario hace que me levante de la silla y lo mire de mala manera.

─No son sirvientes y tú lo tiraste, así que recógelo.

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