JUNTOS EN EL ALTAR

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El golpe de la puerta la despertó de su sueño profundo.

--Un momento-- dijo acomodando su dorada cabellera frente al espejo y cubriendo su traje de dormir con una larga bata de seda. --Adelante.

Sus ojos se iluminaron al ver una pequeña silueta acompañada de una voz cantarina que conocía muy bien.

--¡Ino!-- exclamó con entusiasmo.

--¡Sakura! ¡Estás aquí!-- estalló de alegría al ver a su mejor amiga. --Pe-pero ¿cuándo llegaste? ¿Cómo?

--Llegué hace un momento. Sasuke me dijo que te casarías y no podía faltar a la boda de mi mejor amiga-- sonreía a más no poder.

--Sasuke, ¿eh?-- se burló --Conque han mantenido contacto ustedes dos...-- dijo en un tono suspicaz haciendo que la baronesa se ruborizara.

--So-somos amigos nada más, Ino...-- agachó su rostro cubierto de vergüenza.

--Por ahora-- susurró alegre.

--Qué cosas dices...

--No me digas que no te gusta, Sakura. Te conozco bien.

--Bueno y-yo...

--Además es evidente que también le gustas, así que espero verlos juntos muy pronto.

--¡Bu-bueno ya! De eso hablamos luego. Hoy estoy aquí por algo mucho más importante-- cambió de tema sabiendo que si no lo hacía, sucumbiría ante el interrogatorio de la rubia.

Ino suspiró con ilusión sabiendo que en un par de horas se casaría con Shikamaru. Al parecer Sasuke se había encargado de solicitar un ministro y un sacerdote para que oficializaran la boda que se llevaría acabo en uno de los ambientes dentro de la hacienda. No podían darse el lujo de realizar una celebración inmensa debido a que ninguno de los novios podría costearla, además porque debían evitar llamar la atención. Por esa razón, el Uchiha había ofrecido una de sus oficinas donde solía atender a sus invitados, y la habían acondicionado para el sencillo evento que se llevaría acabo en dos horas.

--Debes tomar un baño ya, luego te ayudaré a alistarte.

--En realidad no hay mucho que alistar, Sakura. No traje nada de casa y aquí solo tengo unos cuantos vestidos que Sasuke mandó traer para mí. Con que me ayudes a recoger un poco mi cabello estará bien-- dijo agradecida.

Aunque no lo admitía, dentro de su corazón anhelaba poder contar con siquiera alguno de sus vestidos de gala. No es que le importara mucho lucir finas prendas, sino que al menos en su matrimonio le hubiera gustado verse un poco diferente. Aún así, algo tan pequeño como eso no opacaba su gran felicidad. Total, un vestido era un simple trozo de tela. Lo verdaderamente importante era la felicidad que encontraría al lado de Shikamaru.

--Tú déjamelo a mí. Ahora ve a tomar una ducha.

La rubia obedeció y salió de la habitación con dirección al baño. Mientras tanto, la baronesa corrió a toda velocidad y dejó el dormitorio en busca de un alegre rubio que esperaba impaciente en uno de los pasillos del lugar.

--¡Ya salió! ¡Vayan ahora!

El joven le dio la señal a su lacayo y este corrió en dirección a la carroza, quien en compañía de otros siervos empezaron a sacar cajas y más cajas. A toda velocidad entraron al dormitorio de la Yamanaka y abarrotaron la cama con paquetes inmensos. Sakura trajo consigo a una mujer algo entrada en años, quien aparentemente era una de sus siervas, cargando un cofre de plata lleno de pinturas, horquillas y joyas.

Shikamaru, que acababa de salir de su dormitorio, vio extrañado la algarabía que se suscitaba por toda la hacienda.

--¿Qué está pasando?-- preguntó a Naruto que llevaba en sus manos una caja enorme.

SENTIMIENTOS PROHIBIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora