Capitulo 47: Querido Paul

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Recuerdo aquel día como si fuera ayer, recuerdo tus palabras y tus ojos desorbitados, esa imagen se repetía sin cesar en mi mente cada día a lo largo de seis años. Deje de ser una mujer y comencé a ser una madre, creyendo que era mi culpa el que ya no estuvieras aquí, realmente me autoconvencí de que eso era capaz, pero llego un día en el que no pude más Paul, no puede seguir pensando de esa manera, no puede seguir haciéndome esas cosas y luego de muchos pensamientos y revoluciones pude entender que no fue mi culpa, si no que el destino a veces es maligno pero que yo no me involucre en eso. Nunca te vas a borrar de mis recuerdos, eres para siempre ese amor imposible que se transformó en dos pequeños niños iguales a ti. Dos niños que te adoran y sin siquiera haber escuchado tu voz alguna vez, así que imagínate el amor profundo que sienten por ti, por eso te digo gracias, gracias por los hijos hermosos que me diste y prometo hacer que tu recuerdo viva en sus mentes por siempre como lo hará en la mía.

Te amaré para siempre, Giovanna.

Releo la carta una y otra vez pensando en las cinco mil cosas más que podría haber escrito, sin embargo, ya estamos aquí, frente a su tumba adornada por lindas margaritas. Aquí descansa en paz un gran hijo, amigo y padre. Siempre en nuestro recuerdo, Paul. Las palabras se encajan en mi corazón, pero trato de mantener la calma por mis hijos, quienes miran con atención tomados de las manos la tumba de su padre.

De verdad hubiera deseado que tuvieran un padre, que tuvieran a Paul, a ese chico que conocí con grandes sueños y una sonrisa deslumbrante pero no fue así. Sin embargo, mis padres, junto a Susan siempre intentaron que mis hijos sintieran lo menos posible la ausencia de Paul y que fuera un hermoso recuerdo.

— Mami — dice Italo tocando mi pierna — ¿Podemos darle los dibujos ya?

Cada año, cada noviembre mis hijos hacen un dibujo sobre cómo fue su año y lo dejan en la tumba de Paul para que él pueda ver todo lo que ellos hacen y disfrutan. Este año no solo fue un dibujo, si no que un par de hojas llenas de color que ellos estuvieron haciendo todo el fin de semana. Me pongo a su altura y enrollo los dibujos para luego ponerlos en el florero donde descansan las margaritas, el papel se deshace de a poco y para ellos eso significa que su padre está mirando los dibujos desde el cielo. Miro sus caritas viendo su fascinación y ternura mientras los papeles se siguen mojando, acarició sus mejillas y los acercó hacia mi pecho donde los abrazo con fuerza.

Un viento helado se hace presente y revuelve las margaritas, pero logró acomodarlas antes de que se vuelen por completo. Odio el invierno por dos razones: hace frío y porque es un recordatorio del día en el que Paul se fue. Acomodo la bufanda de Bella al soltarlos, ellos se acercan hasta la tumba, depositan un beso en sus palmas para luego apoyar las manos en la fría piedra, un gesto de amor puro que logra desarmarme por completo.

— ¡Abuela Susan! — dicen mirando detrás de mí.

Ella se acerca vestida de negro y los abraza con fuerza, aprieta mi hombro y sonríe con tristeza tomando de las manos a mis hijos.

— Te esperamos en la entrada, tomate tu tiempo — dice yéndose con mis hijos.

Desdobló la carta y la leo, pero no me atrevo a decirlo en voz alta, no me atrevo a decirle adiós, pero sé que ya es hora, es tiempo de que solo viva en mis recuerdos así que la leo sintiendo como mis ojos lagrimean y mis mejillas se mojan.

— Te amare por siempre, Giovanna — digo guardando el papel en mi bolsillo — Siento que nunca serán suficientes palabras para ti — digo tocando su tumba — Te extraño cada día de mi vida y sé que eso no cesará nunca, pero si dejara de doler y te transformaras en un hermoso recuerdo que podré compartir con los niños cuando ellos sean más grandes— limpio mis mejillas sintiendo como mi corazón se estruja — No te culpo ¿sabes? En un momento lo hice, no lo voy a negar, pero ya no, solo siento una inmensa tristeza de que fueras por ese camino, pero no te juzgare porque esa fue tu manera de ayudar y lo valoro, pero solo hubiera deseado que fuera diferente. Te amo Paul y lo voy a hacer para siempre, prometo contarles a los niños tus ideas locas llenas de brillos y alegría y prometo sobre todas las cosas nunca dejar que te olviden, porque tú serás para siempre ese chico con bonita sonrisa que la primera vez que me habló fue para decirme que el café que yo había preparado era asqueroso — digo riendo al final.

Amor a la italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora