Capítulo 41: La vuelta

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Hay veces en la vida en las que me pregunto porque carajo hago ciertas cosas, obviamente tengo cosas de las que me arrepiento de hacer y de vivir. Con el pasar de los años realmente pensé que nada más iba a dolerme más que cuando me dijeron que Paul había muerto, que no había soportado el golpe y que al entrar al hospital no lo resistió, sin embargo, el recuerdo de aquellos ojos verdes llorosos se repite en mi mente volviéndome loca a cada segundo. No sé porque lo deje ir, pero sé que ahora es tarde, soy una cobarde que siempre vivirá con esta sensación constante en mi pecho sabiendo que la persona con la que realmente me sentí aliviada la deje ir porque me deje llevar por mis miedos. Soy una persona aferrada a sus miedos que deja pasar momentos y sensaciones solo para seguir estancada en el dolor.

Mi psicóloga dice que tengo que enfocarme en las cosas positivas que pasan en mi vida y dejar de mirar hacia el pasado, pero eso es simplemente muy difícil para mí. Samantha es una persona muy dulce que me dice las cosas de frente, me escucha y como le pago esos honorarios altísimos lo hace diez veces mejor. Hace aproximadamente un mes que comencé con las sesiones, no sé porque lo hice si no que un día estaba parada frente a la puerta de su consultorio esperando que me atienda y hasta el día de hoy no me arrepiento de haber ido, ella me ha ayudado muchísimo y gracias a eso disfruto de un poco más de paz mental.

— La cita de las cuatro está aquí — dice Jamie, mi nueva secretaria entrando a la oficina, ella me agrada, pero no es Camille.

Volver a casa fue difícil, mis hijos no querían dejar a mis padres, mis padres no querían dejarnos ir, Alessia hablo de más y ahora mis hijos piensan que Giovanni los abandona, Marco sugirió que podía volverme con mi hermano, mi madre se adhiere a la idea y casi no me deja tomar el avión. Mi padre me preguntó por Alexander y tuve que inventar la misma excusa que les di a mis hijos y él, obviamente, no me creyó para nada, pero después de todo pude subirme al avión. Samantha todavía me regaña por no haber contado la verdad, pero ella no vio la cara de ilusión de mis padres.

Dos después de llegar a Nueva York Giovanni se fue junto a mis tíos, unos días después Camille voló hacia Los Ángeles y mi padre vendió su casa en California, dejándome completamente sola en este país. Siendo así la única Di Fiore en territorio americano.

Y ahora un mes y medio después sigo tratando de encontrar los reemplazos de Lucca y Camille, todavía no he encontrado a nadie que me convenciera, nadie logra captar mi atención. Y eso es un problema porque estoy dando vueltas y rechazando a todos mientras en la cocina trabajan a diez manos tratando de llegar con los platos.

— Hazlo pasar — digo cerrando las pestañas de mi ordenador.

Ella asiente y abre aún más la puerta para dejar que entre un bonito chico, él se sienta en la silla frente a mí escritorio y empieza a dar un discurso sobre toda su trayectoria en el mundo culinario, yo me aburro a las dos palabras, sin embargo, hago como que me interesa realmente. No me gustan las personas pretenciosas y superficiales, me gusta que su vocación sea algo que ellos aman hacer no que lo hagan por fama o dinero, y este chico nombrándome con altanería por las cocinas que paso solo logra hacerme enojar. Cuando por fin termina de hablar me veo obligada a hacerle preguntas para que piense que algo llamó mi atención, luego le digo que en cualquier caso lo llamare, algo que todo el mundo sabe que significa que no lo hará, pero el sale satisfecho y con una sonrisa de mi oficina.

Me recuesto sobre la silla viendo como las hojas naranjas caen junto a la lluvia, no me gusta el invierno, no me gusta estar abrigada y sentir el peso de todas las capas de ropa que tengo puestas solo para no sentir frío. Pero sobre todo no me gusta porque mis hijos se resfrían siempre en esta estación, no importa que estén abrigados ellos se enferman de igual manera.

¡Los niños!

Cazzo, cazzo, cazzo — maldigo mientras guardo todas las cosas en mi bolso de forma apurada.

Amor a la italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora