Capitulo 44: Declaración de amor

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Llegar al apartamento aumenta mis nervios un cien por ciento, Alexander acomoda mi abrigo y el suyo en un perchero en la entrada mientras yo me paro observando el sillón sin saber qué hacer.

Mis hijos están en el departamento de enfrente junto a Oliver y Nathaniel, no sé muy bien dónde quedaron los otros dos que faltan, pero me tranquiliza saber que Isabella e Italo se sienten cómodos alrededor de la banda y no solo eso, sino que se alegran de estar con ellos.

— ¿Quieres algo de beber? — pregunta caminando hacia la cocina.

Mis pies nerviosos lo siguen hasta llegar a la cocina, él abre la nevera y me mira esperando mi respuesta.

— Lo que tengas está bien.

Él asiente y me sirve jugo en un vaso, luego se sirve a él y el silencio envuelve toda la cocina. Tomo el jugo deseando saber qué decir, pero nada se me ocurre. Alexander me mira esperando que diga algo y yo lo miro esperando que él diga cualquier cosa que salve este silencio, pero ninguno de los dos dice una palabra logrando que el ambiente se vuelva denso y hasta un poco incómodo.

— Esto es extraño — digo levantándome del taburete.

Necesito aire, así que caminé hasta la sala de estar donde recuerdo haber visto una puerta que comunicaba con el balcón. Para mi suerte, la puerta está ahí así que la abro y salgo al extenso balcón donde se puede observar toda la ciudad iluminada, apoyo mis antebrazos en la cornisa y disfruto del aire fresco que recorre mi cara. Escucho como la puerta vuelve a abrirse y cómo sus pasos se acercan hacia mí, él se coloca a mi lado y mira el paisaje tranquilamente.

— Me dejaste en esa carretera solo — dice dolido.

— Tu tampoco me la dejaste fácil — digo a la defensiva.

— Pero tú no hablas conmigo, no te comunicas y luego pretendes que yo tengo que saber cada cosa que pasa por tu cabeza.

Cazzo, es demasiado fuerte entender que tiene razón.

— Te diré la verdad — comienzo en un suspiro — Todavía tengo miedo pero ahora es más aterrador que antes porque antes tenía de tenerte y perderte y ahora simplemente no te tengo, no hay nada, es solo como un vacío dentro de mí que no sé en qué momento lo ocupaste, solo sé que tiene tu nombre y que no se irá nunca — siento su mirada sobre mí así que respiró hondo para continuar — Me he enamorado muchas veces en mi vida, todas las veces fueron distintas y únicas pero esto es algo diferente porque tu llegaste cuando pensé que ya no podría hacerlo de nuevo. Luego de Paul realmente no estuve con ningún otro hombre, tu fuiste el primero luego de muchos y se siente realmente extraño y aterrador, por eso trate de evadirte y mantenerte al margen, obviamente no funciono — digo con una pequeña sonrisa — Es difícil para mí intentar cosas nuevas, yo necesito hacerlas con calma e ir midiendo cada paso para que no me tome de sorpresa, porque lo último que necesito es otra sorpresa desafortunada pero contigo, mio dio, contigo hice todo lo contrario, tu arrasaste con lo último que quedaba de mí y me diste esa alegría que necesitaba en mi vida, me diste felicidad y compañía, me arrastraste a hacer cosas inesperadas y sin medir las consecuencias. Me diste vida y te lo agradezco, pero hay ciertas cosas que necesito que vayan con calma, por el bien de mi salud mental, ya sabes.

Alexander ríe a mi lado y mi corazón da un salto de alegría, él se acerca un poco más hasta que nuestros brazos se rozan y mira hacia el frente con una pequeña sonrisa en sus labios.

— Realmente no sé qué estaba pensando cuando te pedí que te casaras conmigo — dice riendo ¡Auch! — Lo siento, de verdad lo hago, sé que te presioné y que te puse en una situación sin salida.

Amor a la italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora