Capítulo 30: Baño amistoso

230 19 0
                                    

Alexander me mira indignado mientras termina de comer la ensalada, prácticamente lo he obligado a comerse todo su plato más lo que quedaba de la ensalada caprese, nos encontramos sentados en el balcón, mi némesis abrió una mesa plegable y sacos dos sillones para poder estar cómodos.

— Listo — dice dejando el cuenco donde estaba la ensalada sobre la pequeña mesa.

Con una sonrisa acerco mi sillón al suyo, me acomodo y junto mi cara con la suya.

— Eres un buen chico — digo besando su mejilla.

— ¡Oh no, ven aquí! — dice agarrándome por la cintura, me sienta sobre sus piernas y me besa con pasión.

Paso mis manos por sus hombros y me acomodo sobre él con mis labios pegados los suyos, él posa sus manos en mis piernas y me acerca aún más haciendo que nuestros cuerpos queden totalmente pegados, una de sus manos se cuela por mi remera y acaricia mi espalda lentamente. Esa es la señal que necesito para romper el beso.

— Debes descansar — digo recordando las veces que bostezo mientras comíamos.

— Mi humor está perfectamente — dice besando mi cuello.

— Eso no tiene nada que ver — digo alejando su cara de mi cuello — ¿Cuánto has dormido?

El me mira pensativo por unos segundos.

— Diez horas — dice satisfecho con su respuesta.

— ¿Y cuándo fue la última vez que dormiste de corrido? — digo sabiendo que la respuesta no será buena.

— El miércoles — dice suspirando.

— ¿Ves? Hoy es viernes dios mío — digo acomodando su cabello — Hoy dormirás y si te veo despierto volveré a Italia — digo dando un golpecito en pecho.

— No — dice negando con la cabeza — Dormiré, pero no todo el día.

— Alexander son las cuatro de la tarde, ya casi no quedan horas del día — digo parándome y recogiendo los platos.

El me ayuda a dejar todo sobre el carrito en donde trajeron el almuerzo y abre la puerta para dejarlo afuera, el servicio de limpieza lo recogerá seguramente.

— No te enojes conmigo — dice apretando mis mejillas.

— No lo hago, solo quiero que te cuides— digo agarrando sus manos para ponerlas en mi espalda — ¿Me dejarás cuidar de ti?

— ¿Tú quieres cuidar de mí? — pregunta sorprendido.

Asiento y lo arrastro hasta el baño, hago que se siente sobre la tapa del inodoro mientras lleno la bañera de loza blanca. El baño es tan sofisticado como toda la habitación, las paredes son de loza blanca veteada en color gris, tiene una ducha en una de las esquinas y una bañera frente a una ventana. Me acerco hasta el lavabo de loza oscura y ojeo los pequeños potes que Alexander tiene en una pequeña canasta con jabones, deduzco que son del hotel al ver que están en francés y todos tienen su logo, abro cada uno y lo acerco hasta mi nariz para tratar de descifrar de que son. La primera es de jazmín, pero la alejo rápidamente de mi nariz al notar su fuerte olor, Alexander se ríe de mi aun sentado en el inodoro.

— No me gusta el jazmín — digo agarrando otra de las botellas.

Sándalo, identifico oliendo, pero la vuelvo a dejar, no soy muy fanática del sándalo, la última es violeta y no puede ser nada más que lavanda y al llevar la botella a mi nariz lo compruebo. Camino hacia la bañera y vierto una buena cantidad en el agua, abro la ventana y enrosco la cortina para que no se moje.

Amor a la italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora