Capitulo 35: Addio amore

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Capitulo con contenido +18

— Creo que perdí las llaves — dice revisando sus bolsillos.

Alexander ebrio es una mezcla de lujuria y gracia, es algo chistoso de ver y al mismo tiempo impactante porque toda su timidez queda guardada y casi olvidada.

— Déjame a mi — digo con las llaves en mi mano.

Las llaves estaban en mi bolso, pero obviamente él no iba a recordar eso, riendo el se aleja y se apoya en la pared, yo abro la puerta y lo arrastró hacia adentro, cierro la puerta con mi pie ya que Alexander me está arrastrando hasta el sofá, dejó la caja y el vino sobre la mesa cuando pasamos por ahí sin ningún tipo de cuidado.

— Ven conmigo — dice sentándome sobre su regazo.

— ¡Oh no cariño, estás muy ebrio! — digo sacando mis zapatos.

Me levanto con una rapidez que lo descoloca y dejo mi bolso en una silla, llevo mis zapatos a la habitación y me saco mis aros, ato mi pelo en un moño y vuelvo a bajar para encontrarme a un entretenido Alexander comiendo pastel de chocolate. La caja está completamente abierta dejando a la vista un pequeño pastel bañado en azúcar glas, al acercarme pude ver como el centro está completamente chocolatoso y derretido.

— Debes probar esto — dice con la boca llena.

¡Oh mio! Alexander más chocolate es una imagen muy erótica para mi mente, sobre todo con el chocolate derretido ensuciando sus labios, me acerco lentamente tratando de generar un ambiente. Él me observa y se limpia la comisura de su labio, de repente hace mucho calor en la casa, rodeo la mesa y me pongo a su lado.

— Dame — digo tratando de agarrar el tenedor, pero él me esquiva.

— No cariño, tú sabes las reglas — dice con una sonrisa, cazzo.

Abro mi boca y él me da una porción del pastel. El sabor es increíblemente chocolatoso y dulzón, demasiada azúcar, pero nada que un vino no pueda arreglar, agarro la botella y bebió un trago para hacer que contrasten los sabores. Sin quererlo, una pequeña gota de vino se derrama por mi barbilla y mi némesis la limpia con rapidez, pero a falta de servilletas lo hace con su lengua, su maldita lengua, jadeo sorprendida y él intenta agarrar la botella, pero la alejo.

— Suficiente vino para ti — digo haciendo que nuestras narices se rocen.

El mira mis labios y vuelve a meter otro trozo de pastel en su boca haciendo que esta se marche al instante, paso mi dedo por sus labios deleitándome con su suavidad y alejo los restos de chocolate, chupo mi dedo y bebo un sorbo de vino.

— ¿Quién está jugando ahora? — pregunta ronco acercándose, nuestras narices se rozan nuevamente y creo morir.

Saco el tenedor de su mano y cortó un trozo de pastel, lo acercó a su labios y él abre su boca pero yo solo mancho sus labios con el chocolate para luego pasar mi lengua por ahí, miro sus ojos mientras limpio sus labios, al llegar al aro de metal tiró de él y juntó nuestros labios brevemente, chupo lo que queda de chocolate y me alejo lentamente, él acerca su rostro y yo me tiro levemente hacia atrás, paso el tenedor por su mandíbula y lo arrastró hasta su cuello dejando un delicioso rastro de chocolate.

— Giovanna — dice riendo, me acerca y me coloca entre sus piernas haciendo que quede acorralada entre la mesa y su cuerpo.

Me acerco hasta su mandíbula y chupo todo el chocolate de esa zona, bajo mis besos por su cuello siguiendo el camino mientras siento el calor acumulándose en mi entrepierna, paso mi lengua por su cuello y saboreo su sabor.

Amor a la italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora