Capítulo 12: Tatuajes magníficos

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Sacó el pastel del horno y lo dejó sobre la mesada para que se enfríe. Alexander está en el sillón con su celular así que me dirijo hacia el cuarto de mis hijos para despertarlos porque si no por la noche no dormirán.

Les doy besos en sus caras esperando alguna señal de vida de su parte. Bella se remueve, pero me sonríe rápidamente, Italo se remueve, pero ninguna sonrisa aparece en su bello rostro, solo me mira confundido y frunce el ceño. Camino con ellos hasta la sala donde Alexander mira enternecido a mis hijos. Bella termina de refregarse los ojos y su mirada lo enfoca. Verde con verde. Isabella lo señala asombrada y se remueve en mis brazos, yo la dejo en el suelo y ella a paso rápido se acerca hasta Alexander, sube al sillón y luego se acomoda en su regazo, queda sentada sobre sus piernas mirándolo fijamente, él me mira cauteloso.

— Son tus ojos, llaman su atención porque son de mismo color que los de ella— explicó mirando con una sonrisa la escena.

Italo gruñe al ver a su hermana tan cerca de Alexander por lo que decido dejarlo en el piso.

— Míos — chilla mi hija señalando los ojos de Alexander.

El ríe y le da un beso a la mejilla a mi pequeña, ella ríe junto a él. Italo llega a paso apresurado y mira con el ceño fruncido a Alexander. Él lo alza y mi hijo me pide ayuda con la mirada.

— No le agradan mucho las personas— digo viendo como mi hijo pone su mano entre Alexander y el, en modo de distancia.

— Si te pude gustar a ti, este niño caerá muy pronto.

Con un soplido voy hacia la cocina para meter el pastel en la nevera. No es hora para pastel, miro el reloj colgado en una de las paredes de la cocina, son las ocho así que empiezo a preparar la cena.

— ¿Te quedas a cenar? — pregunto desde la cocina.

— Pero mira quien es Oliver, ¿es acaso el niño más grande del mundo? — escucho desde el living.

A paso apresurado camino hasta allí para encontrarme a mi hijo haciendo videollamada con Cold republic, sonrió al verlo horrorizado por la cantidad de personas que hay en el celular.

— ¡Mami!— dice mostrándome la pantalla de celular de Alexander, quien se encuentra sonriendo hacia mi hijo.

— Pero miren quien anda ahí, la madre más hermosa de los hijos más preciosos — dice Nathaniel apareciendo en la pantalla detrás de Caleb.

Pongo los ojos en blanco al escucharlo. Ya sé de dónde provienen las frases de ligoteo de Alexander.

— Buenas noches — digo colocándose detrás del sillón donde están Alexander y mis hijos.

— ¿Cómo va la organización de nuestra fiesta muñeca? Espero que el pene de nuestro amigo no sea una distracción para tus tareas.

Miro sorprendida a Nathaniel, quien me sonríe con inocencia mientras todos ríen, incluido Alexander.

¡Stronzo!— digo agarrando en brazos a mi hijo para que no escuche esas cosas — Isabella ven conmigo — ella me obedece y camina junto a mí.

— ¿Te has ofendido?

Escucho a Nathaniel, pero camino hacia la cocina con mi hijo en brazos haciéndome la diva ofendida. Con una sola mano sacó algunas cosas de la nevera mientras escucho a Alexander caminar hacia mí.

— Muñeca, no era para tanto fue solo un chiste inocente.

— Para responder a tu pregunta Nathaniel, las partes íntimas de Alexander no son un obstáculo para hacer mi trabajo y si en algún momento sucede créeme que serás el primero en saberlo, muñeco.

Amor a la italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora