Mi madre me observa ansiosa mientras tomo de mi vaso de jugo, hubiera deseado sea más grande para no terminar el contenido jamás por lo cual no tendría que hablar con mi madre ni con nadie más nunca más y me ahorraría estas situaciones.
— Es solo un chico que he visto un par de veces.
La verdad es que mis respuestas son horrendas, el ceño de mi madre se frunce nuevamente, pero una sonrisa sale de sus labios, algo muy extraño de explicar es la manera contradictoria en la que su cara se encuentra.
— ¡Giovanna Di Fiore! — dice negando con su cabeza — Explícate mejor cariño porque Alessia me ha contado otras cosas que tu prima Camille le ha dicho a ella.
¡Cazzo! Camille y su gran boca un día terminarán matando. ¿Es que nadie puede mantener la boca cerrada? La cadena del chisme de mi familia nunca termina de sorprenderme del todo.
— Es un cliente — digo, pero seguramente ya lo sabe— Se llama Alexander.
Me sirvo más jugo mientras mi madre sonríe como si le estuviera contando una historia de amor.
— ¿Qué más?
— Bueno pues... él tiene una banda.
Mi madre lleva una mano a su cara y se la refriega con pesadez.
— Eso ya lo sé Giovanna, cuéntame lo que sientes.
¿Lo que siento? Creo que tendría que saberlo para contestar esa pregunta. ¿Qué siento? No lo sé y tampoco quiero saberlo. De solo pensarlo me falta el aire, soy muy mala en esas cosas.
— Nada, él es solo un cliente con el que compartí una cena.
Y al que vi completamente desnudo porque nos acostamos, evitó decir eso por la salud de mi madre.
— Yo no soy Camille, a mí no me engañas Giovanna.
— Solo hicimos cosas.
— ¿Cosas? — dice frunciendo su ceño — ¿De esas cosas? — dice sonriendo.
— ¡Mamma mia! — digo cubriendo mi cara con mis manos.
Definitivamente no quiero tener esta conversación con mi madre, con solo ver como se emociona y espera que diga más cosas sé que tengo que cambiar de tema.
— Lo importante es que no sucederá nada— digo y bebo del jugo, necesito algo más fuerte no un simple jugo de naranja.
— ¿Por qué?
Me bajo de la banqueta y camino hasta Italo, no quiero que escuche estas cosas por más que no entienda de lo que hablamos no quiero correr el riesgo.
— ¿Por qué no vas a buscar a Instancabile y le das de comer? — digo revolviendo su cabello.
Él sale corriendo hacia el jardín y yo busco algo más fuerte para tomar. Presiento como esta charla se va a poner más intensa al sentir la mirada de mi madre clavada en mi nuca. ¡Esta mujer nunca se cansa!
— Dime porque— dice mi madre impaciente.
Abro uno de los armarios de la cocina y sacó un vino blanco.
— Porque él quiere cosas que yo no— digo abriendo el vino.
— ¿Qué cosas?
Resoplo y me acerco hacia la jarra de jugo, vierto el vino blanco y me sirvo otro vaso.
— Cosas como una relación.
Bebo del ahora jugó con alcohol mientras mi madre me analizaba con la mirada. Mio dio, no entiendo porque se me ocurrió que charlar con mi madre sería la mejor idea para pasar la tarde, me reprendo mentalmente por no haber buscado otra actividad para hacer.
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Amor a la italiana
RomanceEl amor muchas veces puede ser difícil. Giovanna ha amado y perdido las veces suficientes como para sentir temor al amor, al compromiso y a las nuevas sensaciones. Ella no se siente preparada para el torbellino de emociones que el amor produce. Sin...