Capítulo 8: Reencuentros

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— Entonces, ¿se acostaron?— pregunta Giovanni por décima vez mientras conduce hasta el aeropuerto.

Hace una hora que llego a mi departamento con mis hijos, quienes se encuentran entretenidos con películas en la parte de atrás. Después de estar tratando abrir la puerta por media hora, por fin lo consiguió y yo prácticamente lance a Alexander fuera de mi departamento con el pretexto de que tenía un vuelo pronto, hecho que es cierto, pero no era necesario tratarlo de esa manera, pero soy muy impulsiva.

— Por dios Giovanni, no nos acostamos— digo pegando mi frente a la ventanilla— ¿Puedes simplemente ignorar el tema y llegar rápido al aeropuerto?— pregunto mientras cierro los ojos.

— ¿Quieres que ignore el hecho de que había una super estrella semidesnuda en tu departamento?— pregunta con una sonrisa.

— Si— digo mirando su reflejo en el espejo.

— Oh si, por supuesto hermanita, pero ¿sabes quién no podrá olvidarlo?— pregunta aun con esa sonrisa en sus labios,

— Ilumíname Giovanni— digo mirando su perfil.

— Marco, Alessia y por supuesto que mamma no lo olvidara— dice mientras estaciona el auto en el aeropuerto, yo pego mi frente en su hombro mientras me lamento.

— Deja de reírte de mi miseria imbecille— digo aun sobre su hombro.

— No seas dramática— dice levantando mi cabeza y besando mi frente— Ahora vamos que me tienes que contar todo mientras estamos en el avión.

Yo salgo del auto para agarrar a Italo pensando en que serán las cinco horas más largas de toda mi vida. Giovanni es una persona muy habladora, incluso más que yo. Me lamento internamente no haber traído mis auriculares para ignorarlo, pero también sé que él hará todo lo posible para que yo le cuente qué sucedió con Alexander.

***

Mi padre nos espera apoyado en su auto apenas salimos del aeropuerto. Son las cinco y media de la tarde y tengo mucha hambre. Rezo para que Isabella no despierte y comience con sus berrinches por tener hambre, ella puede llegar a ser muy odiosa cuando no tiene lo que quiere.

— Pero mira lo bellos que son— grita mi padre cuando nos ve caminar hacia él.

Antonio es la persona más efusiva, gruñona y terca que he conocido en mi vida. Es un hombre con un gran parecido físico a mi hermano Marco. Su cabello es lacio y de color chocolate, pero puedo notar unas cuantas canas asomando que no le quitan ni un ápice de lo guapo que es, además de ser alto y esbelto, mi padre tiene el mismo color de ojos que compartimos Giovanni y yo, un color chocolate amargo que hacia el iris se vuelve tan claro como el oro.

Italo se remueve en mis brazos, lo dejó en el suelo y automáticamente corre hacia mi padre.

— ¡Chist!

Señaló a Isabella dormida entre los brazos de mi hermano. Mi padre la mira con dulzura y carga a un Italo muy efusivo por ver a su abuelo. Antonio lo mira fascinado, siempre a sentido una fascinación por mis hijos, ellos lo aman y el ama cumplirles cualquier tipo de capricho que se le pueda ocurrir a ellos.

¿Nonno?— mi hija mira extraña a mi padre.

Sus pequeñas manos refriegan sus ojos y ese gesto me hace acordar a Alexander sentado en el sillón de mi departamento con el pelo revuelto y cara adormilada. Basta ya. No puedo pensar en él siquiera un segundo porque está mal. No lo conozco lo suficiente, pero durmió en mi sillón. Mio dio que estúpida soy. Camino hacia la camioneta de mi padre para despejar mis pensamientos. ¿Cómo dejarlo quedarse? ¿En qué estaba pensando? Arrojo mi bolso y la mochila de Isabella e Italo en el asiento de atrás mientras escucho a mi padre hablar con mi hermano y mis hijos. ¿Cómo serán a partir de ahora las cosas? No podré mirarlo de la misma manera, eso es obvio, estoy segura de que con solo mirarlo ya voy a tener pensamientos inadecuados. Es mi cliente, maldita sea, la he jodido feo esta vez y lo peor es que no lo siento así. No siento haberla jodido, simplemente no me afecta, pero tendría que hacerlo.

Amor a la italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora