Cálido

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Las preguntas de Gabrielle parecían rozar la línea de lo personal pero nunca lo hicieron, todas eran referentes a su carrera, a la experiencia de Harry y sus proyectos. Tomaron té, comieron galletas y hasta almorzaron juntos, Harry estaba encantado con ella pues era como una versión de Hermione más discreta y pequeña.

Luego de despedirla y acompañarla para tomar un taxi Harry volvió a su oficina, sacó la tableta de chocolate negro y bajo de nuevo a la cafetería.

-¡Harry! Creí que te habías olvidado de esta vieja.-

-Señora, usted no está vieja. Se comienza a clasificar como viejo luego del primer siglo.- La señora sonrió con el comentario de Harry, había esperado su reunión premeditada desde la mañana. Tenía algo especial para Harry.

-¿Qué tienes para mi hoy?- Preguntó la señora abriendo la puerta de la cocina, Harry entró y se sentó con ella frente a la vitrina. La cafetería podía parecer grande, pero la cocina lo era mucho más.

-Creí que te gustaría un poco de chocolate negro. Traje una tableta grande.-

-Cualquier cosa que me traigas la aceptaré con gusto Harry.- Los dos hablaron de todo lo reciente que les había pasado, Harry disminuía el impacto de todo, su vida era poco más que circunstancial para una conversación amena en la cocina.

-Hoy hice algo para ti, sé de buenas fuentes que el azúcar es tu punto débil.- La señora sacó del refrigerador una copa bastante grande de helado, tenía pedazos de fruta y pequeños trozos de nueces. -Es helado de almendras, a mi hijo le gustaba bastante entonces pensé que podrían compartir gustos.-

Harry sonrió y agradeció el helado. -¡Es muy buena con los postres! Está delicioso.- La señora sonrió con nostalgia, había pasado mucho tiempo desde que preparaba helado para alguien.

-He escuchado algunos rumores del joven Malfoy junto a ti... ¿Quieres contarme?- Harry comenzó a reír casi histérico, todas las personas que querían hablar de Draco le daban mil vueltas al asunto antes de preguntar.

-Eres la primera que me pregunta por él sin conversar antes de mi juventud.- La señora se acomodó dispuesta a escuchar, sabía muy bien que mientras quedara helado en la copa de Harry podría hacer cuantas preguntas quisiera. -¿Qué quieres saber?-

-Aún soy una joven damisela por dentro... ¿Lo quieres?- Harry sonrió y movió la cabeza asintiendo, confiaba en la señora pero no podía darse el lujo de dar declaraciones a diestra y siniestra, nunca se sabe cuando hay una grabadora escondida.

-¿Cómo se conocieron?-

-Pues, nuestras familias tienen un leve lazo. No somos familiares ni nada parecido, pero mi padrino es algo así como su tío político. En realidad era cuestión de tiempo que nos conociéramos.- La señora sonrió sin disimular su interés.

-Yo conocí a mi esposo en un funeral, fue bastante raro. Dijo que se había enamorado de mi manera de llorar.- Harry inclinó la cabeza hacia la derecha un poco confundido, seguía comiendo el helado de almendras bastante atento a su conversación con la señora. -Me dijo "María, creo que eres muy hermosa. Las lágrimas adornan bien tu rostro pero no quiero verlas más, si te quedas conmigo serás feliz." y me casé con él.-

-¿Solo así?-

-Solo así. En realidad creo que fue la mejor decisión que he tomado en toda mi vida, la más importante por cierto.- Harry miró hacia el techo buscando en sus recuerdos alguna historia parecida de sus padres aunque no la encontró.

-¿Cómo se llama tu esposo?- Preguntó Harry mirando el rostro de la señora, era bonita, tierna de una manera extraña.

-Se llama Noah. En mi corazón se llama Noah aunque nunca conocí su verdadero nombre, tenía muchos como para recordarlos todos.-

Palabras que no existen [Darry/Harco] FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora