Al abrir los ojos no me pregunté la razón de estar en un hospital, estaba claro que había tenido una reacción alérgica. Solo sentía mi garganta algo hinchada lo que me impedía hablar sin molestias —lo había intentado varias veces—.
Moví la mano por la cama en buscar de el botón que debe tener cada cuarto para llamar a la enferma, pero no estaba por ningún lado. La razón era que no tenía un cuarto, solo estaba en un pasillo de urgencias.
Busqué mi celular y no estaba, ninguna de mis pertenecías se encontraba cerca de mí, supuse que Caín las tenía, y como si lo hubiera invocado entra segundos después, el hijo el hijo de su perra madre tenía el porte de Damon Salvatore. Al verme sonríe de forma ladina, moví mi dedo índice en señal de que se podía acercar. Deja al descubierto un ramo de tulipanes blancos.
Lo recordé.
—Cada tulipán blanco significa te amo.
Lo miré y asentí. Para ese momento Caín y mi familia ya habían sido informados de la alexitimia. Yo no, fue la primera enseñanza de su parte.
—Cada vez que te dé uno puedes estar segura que es un te amo.
Abrí la boca para hablar, pero él me detiene dándome su celular en la aplicación de notas.
—Escribe, no hables.
Empecé a testear: "Necesito un colchón más cómodo"
Al entregárselo él lee, pero solo me ayuda a sentarme, se inca ante mí empezando a ponerme los zapatos, empieza por el derecho y se toma su tiempo amarrando los cordones. Yo me encargaba de contar los tulipanes siendo estos doce en total.
Me recuerda por un instante aquellas noches de verano cuando éramos niños, estuvo varios días intentando enseñarme a amarrar mis cordones, se sentaba una hora frente a mí cantando una canción, su felicidad cuando por fin puede hacerlo fue algo que sé me hizo feliz a mí también.
Decidí mirarlo.
Su seriedad me impresionaba, Caín siempre tenía una cara de culo, pero está vez era más grande de lo normal. Además, recién al entrar me había sonreído. Vuelvo a decir, en este mundo nadie es normal, solo yo.
—Escribe el nombre de la persona que te dio las galletas —se pone de pie sacudiéndose las manos—. ¿Fue Jaxon?
Negué. Agarré su celular empezando a escribir. Al terminar le entregué el celular.
—¿Allison? —frunce el ceño, me tiende una botella de agua.
—Déjame hablar, carajo —dije finalmente, viéndolo a los ojos—. Eres chismoso.
—Todavía tu garganta sigue hinchada, no hables tanto —recrimina—. Aunque, ¿Allison?
Lo dije. Chismoso.
—Sí, solo te dije que fue Jaxon para hacerte enojar —me levanté—. Leí que para las novias es divertido hacer enojar a sus novios.
—¿Crees que me estoy divirtiendo? —interroga. Su dedo índice señala su cara—. Oh, lo siento. Algunas veces olvidó lo de —se detiene—. Perdón. Pero te explico que está cara es de enojó y preocupación.
—¿De qué estás preocupado? —pregunté.
Él al parecer ya había firmado los papeles para el alta así que con su ayuda empezamos a caminar hasta la salida, me parecía un poco exagerada la situación. Seguía sin responder mi pregunta y yo no iba a insistir, muchas otras cosas pasaban por mi mente y los problemas de Caín poco me importaban.
Caín agarra mi mano libre acercándome a su cuerpo, su olor varonil me envuelve.
—De que estés aceptando comida de gente, eres descuida y muy inocente. Un blanco demasiado fácil.
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Teen FictionLa llegada de Isabella a Inglaterra desencadena consigo una red de preguntas para la protagonista quien no recuerda algunos años de su vida. Se reencuentra con su novio, el arrogante, malicioso y sumamente inteligente Caín Mcfeller, quién le oculta...