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La tarde del miércoles veintiocho de octubre. Sus ojos azules estaban puestos sobre mí en todo momento. Él parecía estar disfrutando la atención que las personas a nuestro alrededor nos brindaban. No me gustan los egocéntricos, solo me agradaba un narcisista-egocéntrico y ese era Caín McFeller. No Jaxon Rowell.

Deja de pensar en Caín. Eso era algo que no podía al recordar cómo me miraba y el sonido de su voz al decir "¿esto es todo?"

Ambos estábamos sentados frente a frente en una de las tantas cafeterías cercana al campus de la facultad de leyes. Caffé Nero. Él había insistido que ese era su lugar favorito y podía ver las intenciones ocultas —por primera vez—. Bajé la mirada a sus pies y estos no se encontraban viendo en mi dirección.

¿No decía que yo le gustaba?

Bueno, nunca lo dijo. No puedo recordarlo, pero él había intentado besarme días antes.

Seguí analizando. Su mano derecha cubría sus genitales, eso significaba incomodidad y desconfianza. No estaba entendiendo nada en ese momento. Y de nuevo yo no sabía cómo tomar las cosas. Decidí ignorar aquellas señales que alguna vez había leído con las guías del señor Robert.

Llevé la pajilla hasta mis labios dando un pequeño sorbo del jugo de naranja viendo alrededor.

—¿Alguna vez estuviste enamorada? —preguntó.

Negué y al darme cuenta de lo que hice, hablé:

—Digo. Sí, claramente llevo dos años con Caín —mentí. De nuevo había cometido el error de pensar que seguíamos juntos—. ¿Y tú?

—Sí. Lo estuve un tiempo. Ella tuvo que irse y no pudo despedirse —me mira por unos segundos.

—O no quiso hacerlo, piénsalo. Una mujer que dice que tu nombre es lindo no parece muy confiable.

Seguí tomando de mi jugo. Con solo ver de reojo pude reconocer la figura de Caín McFeller siendo abrazado por otra mujer saliendo del local de frente. Crown place era el bar en donde los Kpa-T se reunían después de clases.

Jaxon Rowell no era tan bruto como yo pensaba.

Caín tenía bolsas bajos sus ojos y su rostro era serio. Iba vestido con una chaqueta de cuero y pantalón negro. Me mira por escasos segundos.

Para ser sincera era la única vez en la que agradecía no poder identificar nada de eso. Ella no era Miriam, ella era alguien diferente. Elle Morgan. La chismosa Elle Morgan.

Que linda pareja de chismosos.

Elle Morgan era su compañera. La había visto en dos ocasiones entre los mensajes de Caín, ella preguntaba por algún tema de clases. Y justo ahora era la misma mujer que recorría con sus delicadas manos el abdomen de Caín.

Ella era muy linda. Cabello rojizo algo largo, alta y delgada. Era como una Barbie. Mi visión no era tan buena por la que no pude seguir detallándola.

Una punzada, dos punzadas. Miré mis manos sudando un poco. Sudando en pleno invierno.

—No confundas el amor con lujuria —me giré al hablante.

—Jaxon. Deberías callarte.

Él eleva la comisura de sus labios y rasca su barbilla mirando en dirección a Caín durante unos segundos.

—Lo que estás viendo solo es lujuria. No amor —se detiene unos segundos. Apoya sus codos en la mesa inclinándose a mí—. Todo para Caín es lujuria. ¿Tú también eres de esas que creen que un hombre McFeller puede amar?

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