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Lo sabía todo, lo supe todo, el día en que fuí consciente de la realidad. Estaba sola, como todas las que yo suponía eran las noches, el lugar apestaba a humedad y el frío era insoportable.

Karma, el karma por no darle una manta a Jaxon Rowell cuando se había quedado en mi departamento debido a mi alma bondadosa.

Cerré los ojos al ver una rata correr al fondo, no iba a poder dormir de nuevo.

Algo anormal sucedió, la luz fue por primera vez encendida. Nunca habían llegado. Si pudiera fruncir el ceño, lo hubiera hecho.

—¿Isabella?

Intenté ponerme de pie mientras la puerta era abierta, Miriam James sostenía una bolsa de comida —el olor era tan obvio— y otra que no pude identificar.

—Si piensas que me vas a torturar comiendo frente a mí —empecé, asentí levemente—. Estas totalmente en lo correcto.

—Es para ti —dijo Miriam, sin querer conectar sus ojos con los míos.

Culpabilidad, o por lo menos era lo que hacía Caín cuando no quería admitir algo.

Sin decir nada, ella empieza a acercarse a mí, se pone de cuclillas abriendo la bolsa. Una gran hamburguesa estaba frente a mis ojos. Miriam la va dejando entre mis manos y empiezo a devorarla sin pensar mucho en que posiblemente solo se encuentra envenenada y yo pueda morir. —puedo morir bien de este modo—. Al terminarla me sentí algo mejor, pero parece que eso no fue suficiente para Miriam, ella me tendió unas pastillas.

—No, no tengo idea para que son...

—No pretendo hacerte daño, solo quiero ayudarte.

¿En qué serie vi esto?

—Entonces déjame ir, es fácil —repuse viendo la pequeña pastilla blanca entre mis manos.

—Allison no es la primera persona a la que Isis asesina, se que... —se detiene tragando en seco y empezando a recoger algunas cosas—. No lo recuerdas, pero tu familia enterró un cuerpo pensando que era Isis.

—Pero...

—Nadie sabía que Stella iba a ir, no —su voz se corta un poco—. Stella no tenía más familia que no fuéramos nosotros, todos piensan que solo se fue. Isis la engañó, yo lo sé. Esa noche del incendio le pidió ir, y era lo más lógico, se parecían en estatura y...

Oh, Dios.

—¿Esa era la chica que dice Caín que vi?

En ese momento cierro mis ojos de forma inconsciente mientras Miriam se quedaba en silencio.

—¡Isis!

—¡Isabella!

Intenté ir a ella, la veía intentando buscar una salida, en esa habitación las ventanas no podían ser abiertas por seguridad. Iba a correr.

—¡Espera! —le grité mientras las lágrimas corrían por mi rostro—. ¡Ayuda!

Nadie llegaba, fui agarrada por la cadera mientras yo intentaba soltarme solo para correr a Isis, la vi, ella estaba en llamas, la habitación estaba en llamas. Pero, nunca fue Isis, fue Stella, Stella James. Prima de Miriam James.

Recordé el olor a carne quemándose, recordé un poco los gritos de todos intentando salir de la casa, recordé como Calibán intentaba apagar el fuego, algo imposible, también pude recordar que no había agua en la cabaña.

—No sé, solo. Yo no estaba en el lugar, pero confirme mis sospechas cuando Isis vino a mí, me amenazó, yo no quería hacer nada de esto, pero no quiero terminar igual a Stella —dijo Miriam en un murmuro antes de levantarse.

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