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Caín

Treinta y uno de noviembre, un mes. Isis actuaba tan normal que me perturbaba, actuaba tan segura, no sabía su plan y mientras ella pretendía no entender las cosas que Isabella no podía entender debido a su condición —Isabella daba ternura, ella no—. "Volvimos" lo acepté, no quería hacerlo. Pero, era necesario pues ella dudó un momento de mí al no pedirle antes volver y tuve que hacer el sacrificio.

Siempre la seguimos, Jaxon la seguía algunas veces, no podíamos involucrar a policía o alguien más o podríamos alterarla y correr el riesgo de no encontrar a Isabella. Ella nunca hizo algo diferente a la rutina de mi bella y eso daba más miedo aún, daba a entender que había estado vigilando muy de cerca.

En Nochebuena los McFeller y Sprouse estuvieron juntos en la gran cabaña de mi familia, el ambiente no era el mismo. Hasta mi madre se notaba un poco reacia a la supuesta Isabella, en el fondo creo que todos sabíamos que el aura no era el mismo, puede que al final Isabella no estaba vacía como muchos decían, la vacía era otra, es esta persona que no causa nada.

Me incliné a tomar mi vaso de Whisky.

—Anne, ven —llama Isis.

Anne la mira unos segundos para luego negar y encogerse en el pecho de Calibán el cuál solo niega de forma muy suave. Para ese momento yo ya sospechaba que Anne había notado el cambio, no era tonta y había convivido lo suficiente con las gemelas, después de todo, eran hermanas.

—¿Qué le pasa? —me pregunta Isis.

—Y yo qué sé, es tu hermana, no la mía. —respondí de mala gana.

Calibán y yo estuvimos disgustados pero intentando actuar normal, pero la cara de culo de los dos no pasaba desapercibida. Estaba incómodo, impaciente y triste. El nudo en mi garganta no se iba y solo pensaba en mi pequeña rubia, dónde estaba, cómo estaba, ella amaba comer el pavo que preparaba mi madre.

Actué normal cuando Isis siendo la novia perfecta me da un caro reloj Rolex, actué absolutamente feliz cuando nos dimos un beso bajo el muérdago y segundos más tardes huí al baño a llorar media hora lamentando no haberme quedado con Isabella y cuidarla, era mi responsabilidad y ahora la perdí.

Jaxon pensaba que ella había muerto, que los alcances de Isis eran esos. Y para el año nuevo, yo pensaba lo mismo.

Año nuevo, seguíamos en el cabaña. No podía mirar a Andrew Sprouse a los ojos sabiendo que por mi culpa perdió a su hija, no podría juguetear con Anne sabiendo que estaba permitiendo que viva con la persona que le había mandado cartas horribles por meses. Allison Ford también había desaparecido, justo dos días después de la desaparición de Isabella. Sabiendo que ella era cómplice de esto por espiarla no era algo que me preocupara.

Hoy se cumplían dos meses desde la última vez que la vi dormida en su cama, despeinada y con algo de baba. Una sonrisa nostálgica se plasma en mis labios.

Justo cuando los fuegos artificiales son lanzados elevé mi botella al cielo, dándole la bienvenida a un nuevo año y pidiendo en cada uno de mis doce deseos encontrarla, tenerla una vez más entre mis brazos.

—Caín —la escuché hablar junto a mí.

—¿Qué? —pregunté de mala gana terminando de un trago mi cerveza, dejé de lado la botella.

—¿Podemos intentar hacer el amor? 

Negué, ella siempre pedía eso. Luego de que Isis pretendiera ser Isabella en una sección con el señor Robert él me había llamado indignado.

¿Quién es la zorra que se hace pasar por Isabella?

Si pudiera darle un premio a la mejor pregunta del año, esa lo obtendría. Hablar con él me ayudó mucho y como aquello era algo que me preocupaba, la solución vino por parte del aclamado canadiense.

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