18

426 65 81
                                    

El sonido de la televisión me hace dejar de mirar la alfombra —arruinada, mi hermosa alfombra arruinada—. No había notado que se encontraba encendida, me acerque aún con mis manos atadas para apagarlo sintiendo algo punzante en mi cabeza. Las imágenes mostraban algo que podría ser algo viejo ya que esa periodista había muerto hace un año y algo y el formato se veía antiguo.

—Incendio provocado en el lago Whitman termina con la vida de una joven de diecisiete años.

Muestran una cabaña casi en ruinas, estaba en cenizas. Recordé que al ir a casa de mi padre había encontrado unas escrituras en el lago Whitman. Puede ser coincidencia, lo era.

— Lamentablemente la hija menor de la familia Sprouse perdió la vida en este lamento hecho.

Era raro encontrar el apellido Sprouse en el país ya que mi abuelo fue el primer Sprouse en salir de Italia. Por tanto, solo miembros de mi familia portaban tal apellido en el Reino Unido. Algo hizo eco en mi cabeza y me hizo centrarme más en la noticia, me acerqué un poco más.

Me senté con cuidado viendo todo con atención, mis ojos verdes no se despegaron de la pantalla y menos al ver mi rostro en ella.

Pero no, mis ojos no se encontraban tan separados. De inmediato supe que no se trataba de una broma. Era Isis vestida de porrista. En ese momento dejé de respirar, mi estómago se retuerce un poco antes de que las náuseas invadieran mi cuerpo.

—Isis Amélie Sprouse no pudo salir de la cabaña en medio del gran incendio. Esta se pudo encontrar tan solo una parte de su cuerpo ya que se presume que el resto quedó totalmente calcinado.

—Isis Sprouse —repetí en un susurro.

Isis me habla. Ella está recorriendo el mundo. Ella no está muerta. No puede estar muerta. Y yo, estaba en negación justo ahora. Estaba loca hablando con un fantasma? ¿Los fantasmas tenían acceso a Gmail?

—Sus amigos la recuerdan como alguien alegre y llena de vida. Ambas familias se encuentran recibiendo apoyo psicológico en el hospital de Manchester.

La grabación se repetía una y otra vez. Una y otra vez. No las conté, solo me senté frente al televisor analizando la situación por horas.

¿Ella estaba muerta? ¿Isis estaba muerta?

Por más que intentaba recordar no podía. No podía recordar más allá de ese sueño en donde la vela queda encendida. No podía llamar a nadie —ni siquiera lo intenté, no era algo que tuviera la necesidad de eso—. Todo me daba vueltas y sentía que había comido algo preparado por mi ex suegra, las náuseas no se iban.

¿Fue culpa mía? ¿Esto era un sueño?

El sonido de la puerta abriéndose me hace girar de forma lenta esperando ver de nuevo esas horribles máscaras, de verdad, no estaba asustada, pero pudieron elegir unas más lindas como en la casa de papel.

En lugar de eso pude ver a Caín entrando con cuidado y al verme se sorprende un poco o eso es lo que creo al verlo dar un paso atrás. Ve la televisión y el café en sus manos cae cerrando la puerta tras él, corre desconectando la televisión.

Me mira finalmente y ve mis manos. En sus ojos veo mucho, tanto que no puedo entender. Pero la forma en la que temblaba y sus ojos empañados de lágrimas me confunden aún más. Casi nunca lo había visto así.

Entonces miles de cosas se pasaron por mi mente, él lo sabía todo y eso era lo que me ocultaba. 

—¡Mierda! —exclamó, me toma de la cara revisando está—. ¿Quién te tocó? ¿Qué pasó Isabella?

Su grito me hace mirar a otro lado. Él seguía llenándome de preguntas y pude ver la hora, había pasado cuatro horas viendo el mismo video o cinco, no estaba tan segura.

Empty (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora