Capítulo 51

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Los chicos tenían razón en cuanto al café de Megan. Estaba de lo más delicioso y estuve debatiendo si realmente era el café más delicioso que había probado, o si había otro que le hiciera un duelo, porque me serví varias veces hasta que los demás me dijeron que iba a acabarme la cafetera entera si no me controlaba.

Nos fuimos a la sala de juntas en la que todos estuvimos acordando el plan que haríamos y en el que yo tendría entrada como cuando participé en la misión del bar. En este caso, mi apariencia no iba a cambiar drásticamente, ya que el plan era hacer que unos de los compañeros de trabajo de Megan se hicieran pasar por hombres del bajo mundo, y yo estaría protegiendo al supuesto líder, siendo parte de la escolta.

Zack se las había ingeniado para seguirles el rastro a nuestros objetivos y encontrar lugares a los que iban a frecuentar. También de buena fuente había encontrado que aquellos asesinos también eran grandes estafadores, y por esa razón teníamos que ingeniárnoslas aún más para planificar nuestras emboscadas, pues acordamos que nos haríamos aparecer en público ciertas veces y que nos identificaran como gente de los mismos tratos y no como los espías que éramos.

Yo en mi mente estaba buscando la manera de proteger mi identidad en el sentido de la imagen, ya que si estaba en este trabajo tenía que dar lo mejor de mí y aprovechando la herramienta camaleónica que un disfraz me podría brindar.

Pensé en comprar una peluca de cabello natural y ajustarla bastante bien a mi cabeza. Megan sabía poner pelucas y ella más que cualquiera era una gran maestra del disfraz aquí. Yo sabía disfrazarme, pero no era tan perfeccionista como ella, así que la tenía en cuenta para ello.

–¿En qué piensas? – me preguntó una voz un tanto apenada y al mismo tiempo con curiosidad.

Zack intentó que su sonrisa no le iluminara tanto el rostro al dirigirse hacia a mí, pero fracasó, porque cuando lo miré hasta sentí claramente el amor no correspondido que nos envolvía a ambos.

Sentí un golpe en el estómago, porque sabía que trabajar juntos de alguna forma podría ser un martirio para él, y no es que yo me diera demasiado crédito como si me considerara la diosa del lugar, porque no era eso. Yo sabía que Zack a pesar de que era coqueto, lo conocía bien y cuando tuvimos nuestro romance en medio del caos, lo sentí sincero. Me permitió acostarme con él en el hospital, cosa que todavía no supero que pasara en medio de un infierno que parecía eterno, pero sucedió, y cada vez que me veían sus ojos, yo me sentía desnuda como cuando pasamos por todo eso.

–En proteger mi imagen y disfrazarme. – dije. – Si ya estoy trabajando como espía, lo seguiré haciendo así me disfrace todos los días. – me hundí de hombros y sonreí como si estuviese despreocupada.

–Esa es una buena idea –me animó–, e incluso puedes comenzar a tener tu propia colección de disfraces si es que se le puede llamar así a todas tus herramientas. – sonrió de lado sin que la alegría les llegara a los ojos.

–Sí, y como ya me gustó el espionaje, voy a tener que hacer un espacio en la casa para mis cosas.

Me imaginé en cuál espacio de la casa podría hacer eso, porque si le decía a Maslow de seguro me apoyaría, solo que no quería estorbarle en ningún rincón.

–Maslow tiene mucho espacio. – dijo y el corazón se me apretó un poquito, porque me di cuenta de que yo lo dije como si nada cuando Zack todavía me daba señales de que ahí existía algo más que aprecio. – De seguro encontrarás en dónde. – sonrió y volteó a ver a otro lado.

–Perdón. – dije sin pensar otra vez, y Zack me miró con un gesto extraño.

–¿Perdón por qué?

Mi ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora