Capítulo 40

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SARAH

La suavidad de la sábana con el olor de Maslow impregnado en ella me hizo hundir aún más de lo que ya estaba, disfrutando de aquella sensación tan deliciosa que cubría mi piel casi desnuda.

Abrí los ojos y aunque pensaba que estaba de lo más cómoda, de repente sentí un golpe de realidad que invadió primero mi cabeza. El dolor que sentí incluso hizo que me costara ver la claridad del día.

Me llevé la mano a la cabeza y traté de sentarme en la cama. Ahora todo me daba vueltas y decidí valientemente tratar de levantarme y caminar hasta llegar al baño.

Una sed insoportable comenzó a causarme molestia, y por ello no tardé nada en el inodoro. Me largué a la cocina tratando de enfocar todavía la visión y haciendo un esfuerzo por coordinar mis pasos disparejos que aseguraban una caída.

Lo primero que busqué en el refrigerador fue una caja de jugo de mango y la llevé directo a mi boca para beber sin parar hasta que ya no pudiera más. Pero la sed seguía ahí.

Solté el aire como si lo estuviera conteniendo durante mucho rato, y una serie de recuerdos vinieron a mi mente en lo que inspeccionaba todo el lugar aparentemente ordenado.

Los chicos y yo nos la pasamos increíble o tal vez increíble era poco.

Parecía una fiesta de cumpleaños en vez de una despedida laboral porque sucedieron muchas cosas que se quedarían esenciales para contar en por siempre.

Primero, me hicieron beber muchos shots de tequila en nombre de ellos porque como trabajarían hoy, supuestamente no podían beber tanto. Sin embargo, me encargué de hacer una competencia con Josh, quien decía aguantar como nadie, y por andar queriendo impresionar a la gente, ahora yo tenía dolor de cabeza y una sed terrible.

Solté la risa cuando recordé de inmediato la anécdota de la noche. Jerry a causa de algunos shots y cansancio se durmió en el mueble, lo que fue su perdición, porque los chicos hicieron de las suyas. Evant le dibujó un pene en la frente con un labial escarlata que tenía Susana en su bolsa, pero la historia no acaba ahí, pues Maslow le puso gel en las cejas, Josh le delineó un ojo en forma de estrella con un lápiz de ceja que le presté, y Connor con un marcador Sharpie en tono negro, le hizo un contorno chueco en la boca.

Lamentablemente yo me embriagué muchísimo a tal grado de no saber en qué acabó todo.

Volteé a ver la hora y casi me quedo sin aire al ver que era la una de la tarde.

¡¿Y mi celular?!

Fui a la habitación a buscarlo, y en el buró de Maslow lo encontré.

La batería estaba a punto de morir, y por eso lo conecté, al mismo tiempo que veía cinco llamadas perdidas de mi hombre.

No dudé en marcarle con la imprudencia de que mi teléfono estaba conectado, y le puse altavoz.

Pasaron como tres tonos, y entonces contestó la llamada.

–¡Amor! Perdona por no responderte. Me voy levantando. – Dije antes de que él hablara.

La risa de Maslow me llenó de paz, y oír su voz me envolvió el alma.

–Tranquila, no te disculpes por despertar. – hizo una ligera pausa– ¿Cómo amaneciste? ¿Bien? ¿Tienes dolor?

Solté el aire haciendo ruido con mis labios y me reí.

–Me duele la cabeza y tengo mucha sed a pesar de que me acabé el jugo. Pero creo con seguridad que estoy mucho mejor que el pobre de Jerry. – dije y seguido de esto, Maslow se volvió a reír, pero con más fuerza. – Dime que fue a trabajar. – dije conteniendo la risa.

Mi ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora