Capítulo 39

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Oficialmente era una mujer desempleada, pero con la ventaja de tener una oferta laboral privada y al parecer un poco más cómoda que la que tenía.

Sí, tenía que admitir que me causó mucha satisfacción decirle a Leonard ese último comentario, y aunque se esforzara, jamás le iba a llegar a los talones al Maslow, el verdadero jefe para todos nosotros, y ahora mi ex jefe. Cielos.

Siguiendo con mi teatrito de tener la seguridad de mi persona al máximo, traté de que mis pasos fueran como los de una modelo decidida a brillar en una pasarela, y así es como llegué a mi oficina, pero esos pasos se vieron interrumpidos porque me llegó el primer golpe del sufrimiento.

Me quedé parada un poco antes de entrar, a unos escasos centímetros de atravesar la puerta del lugar que le dio sentido a mi vida por mucho tiempo que fingía ser una eternidad.

Recordé varios momentos como ráfagas en mi cabeza, y el primero de ellos fue cuando llegué por primera vez. Maslow me presentó al agente Jerry, quien parecía demasiado serio como para contradecirlo ahora después de entrar en confianza con él. Luego vi a aquel hombre corpulento y excesivamente musculoso, quien era Michael Wilson, y junto a él estaba Liu Yen. Ambos habían fallecido el pasado diciembre y no podía ni siquiera saber cómo se sentía verdaderamente el pobre de Jerry, porque esos chicos eran sus mejores amigos.

Parpadeé con un poco de fuerza y entré, percibiendo las miradas de mis compañeros o más bien, de mis amigos, porque honestamente eran mis únicos amigos cercanos, y toda esta relación de amistad se la debíamos a Maslow, quien al principio de todo nos hizo pertenecer a una familia sin darnos cuenta. Una familia que crecía – miré a Connor y a Susana– y esperaba que siguiera unida.

–Sarah. – la voz de Evant casi me atravesó el alma, porque ahora sí me sentía muy sensible.

Lo volteé a ver con una sonrisa un poco apagada como respuesta, y entonces me rompí un poco más, porque el hombre me tomó de la mano y me jaló hacia su cuerpo, hundiendo el mío en un abrazo reconfortante que me apretó el corazón.

Sentía un nudo en la garganta, pero tenía que evitar llorar frente a todos ellos. No podía darle ese gusto al idiota de Leonard, aunque no me viera... o al menos no aquí.

–Creo que tendrás que reemplazarme por un nuevo agente personal. – dije entre una risa nerviosa.

–Ninguna persona será como tú. – dijo y me besó la cabeza.

–Él tiene razón. – dijo Jerry a un costado y yo solté a Evant para verlo a él. – Eres irremplazable, así que no te vayas con esa idea errónea que tienes.

–Me refiero a que en serio necesita a alguien como agente personal. Yo ya no podré, así que es un hecho, por lo menos laboral. – me encogí de hombros sin dejar de mostrar mi sonrisa.

¿Era mi imaginación o Jerry tenía los ojos brillosos?

–Ahora no tendré a quién molestar. Me imagino que el pobre Josh se va a sentir acosado si halago sus outfits. – dijo Jerry y todos nos empezamos a reír.

–Ni se te ocurra. – lo amenazó Josh.

Jerry levantó las manos como diciendo que no tenía la culpa.

Connor se aclaró la garganta y lo volteé a ver de inmediato. El cabello le había crecido en comparación como lo tenía cuando llegó, todo rapado. No se le veía mal de ninguna forma, pero debía decir que, así como lo tenía ahora se le veía muy bien.

–Yo no he tenido el gusto de conocerte laboralmente por mucho tiempo como otros aquí, pero me hubiera gustado en algún momento que tú y yo entráramos en acción como francotiradores en alguna misión suicida como las que me han contado por aquí. – dijo Connor como apoyo.

Mi ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora