Capítulo 26

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Mi piel estaba cubierta de una suave textura que ocasionaba en mí un deleite sobre mi desnudez. Me movía y la sábana me hacía cosquillas de tan fina que era. No podía pedirle más a la vida que estar acostada, sin ropa y descansando en el hombre de mis sueños.

Mi pecho estaba encima del torso de Joe, reposando el cansancio que me había dejado el día anterior.

Maslow era un hombre completo. Era amoroso, apasionado, fuerte, excitante, maduro, atractivo... en fin, era el hombre perfecto. El hombre de mi vida que al fin había encontrado. No podía visualizar una vida sin él, y ahora que estábamos dando un paso tan grande como vivir juntos a pesar de la situación, me ocasionaba nervios y alegría porque así fuera.

Se tomó la molestia de ir por mis cosas en el transcurso del día cuando estaba con Paul. Trajo aquí todo para que me sintiera más cómoda y sabía que si me faltaba algo, él me apoyaría en encontrarlo.

Ahora verlo dormir, tan tranquilo y desnudo me hacía pensar que no estaríamos muy lejos de formar el hogar que tanto pensaba en sueños.

Ayer estuvimos juntos dos veces, por la tarde y cuando estábamos a punto de dormir, nada más que esa última fue más leve.

Sonreía por recordar sus labios sobre mi piel, sus dedos tocar mi rostro, su aliento sobre el mío, su barba que comenzaba a crecer raspándome el pecho, en fin, todo. No podía pedir más que estar con él. Con eso era más que suficiente.

Él se movió un poco y me abrazó aferrándome con delicadeza a su cuerpo. Yo por mi parte le acaricié el abdomen con mis dedos y le planté un beso suave en el pecho.

–¿Estás despierta? – susurró y sonreí.

–Sí. – respondí y él hizo un ruido con la voz que indicaba que quería seguir durmiendo.

–Dime que no estoy soñando.

–Estás soñando. – le contesté y sentí cómo me daba un beso en la cabeza. Me volteé para verlo. – Buenos días mi amor.

–Buenos días mi vida.

Abrí la boca como muestra del impacto que ocasionó su saludo y se le hizo gracioso.

–Nunca me habías dicho así. – lo abracé y besé en el mismo torso. – Te amo, Maslow. Y mucho. – cerré mis ojos.

–Yo te amo más, Sarah. – volvió a besarme en la cabeza. – Me alegra que estemos juntos.

Nos quedamos así durante un tiempo, quedándonos en silencio y a la vez disfrutando que nos tuviéramos el uno al otro.

Cuando Maslow se levantó para buscar su ropa, aproveché de ir al baño como acostumbraba en las mañanas. Después de ello, me crucé con él en el camino para así entrar al closet y buscar lo que me pondría.

Escogí un pantalón acampanado que a su vez era formal y de color azul marino, y a juego una blusa beige manga larga de seda ligera. Los zapatos los escogería después.

Me puse una bata de baño que tenía Maslow por ahí, y me dio risa comprobar que me quedaba algo grande, y pues claro que tenía que ser así porque Mas era mucho más alto que yo.

Escuché la regadera, por lo que aproveché de infiltrarme en la cocina y hacer el desayuno.

La foto de él con Jackie ya no estaba en aquel sitio, así que supuse que la había cambiado de lugar, lo que no me preocupaba, pero sí me hacía sentir mal en cuanto mi mente me lanzó un comentario negativo sobre ser un reemplazo. Sacudiendo ese pensamiento, busqué ingredientes que me permitieron comenzar a hacer un verdadero desayuno americano, el cual llevaba hot cakes, huevos estrellados, tocino y pan tostado. Quise aprovechar que Maslow tenía una máquina para hacer café capuchino, y después lo serví todo en la mesa enorme que tenía mi novio.

Mi ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora