Capítulo 22

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Apenas y dormí esa noche porque a pesar de que Paul me hizo un enorme favor con ser sincero conmigo y contarme sobre la amenaza hacia mi persona, me preocupaba que todos estuviesen cuidándome para que no me pasara nada.

Estaba arrastrando una responsabilidad del tamaño del mundo y es que todos podían ser un blanco. Mi madre estaba aquí, Maslow había arriesgado hasta su propio trabajo, los chicos estaban exponiéndose mucho con protegerme e incluso los agentes nuevos estaban en una nueva misión. ¡Qué patético!

Yo sé que la agente Moore estaba también en el equipo más por obligación que otra cosa, y aun así no quería que lo hiciera porque me veía débil frente a ella, y si de debilidad hablábamos, no me imagino qué pasaría por la mente de Connor Bennet.

Qué egoísta eran mis pensamientos, porque a fin de cuentas ellos estaban protegiéndome, pero yo no quería ser protegida por nadie. Quería enfrentar este asunto y descubrir quién rayos quería matarme. Yo sabía que no tenía el mejor carácter del mundo, pero no era para que alguien deseara mi muerte. El responsable tenía que estar ligado a Edward Johnson y este mismo al caso Foster. ¡Era lógico! No podía ser que un nuevo enemigo se apareciera justo apuntando todo lo evidente.

Me preocupaba tener a mi madre en mi casa y que los demás la involucraran de esta forma. ¡Ella no podía prestarse a esto! Ella no tenía nada que ver con este enredo y me daba un terrible miedo el pensar que le hicieran daño por mi culpa. Tenía que hacer algo para protegerla al igual que a mi padre, porque tarde o temprano yo me iba a recuperar del cuello y ella no tendría más excusa para quedarse conmigo.

Por otro lado, Maslow no estaba enterado de que yo estaba al tanto de todo, y para no quemar a Paul yo tuve que actuar como si no supiera nada, y aunque sus propios mensajes lo delataban – porque sabía que su manera de escribir había cambiado – yo no traicionaría la confianza que tenía con Miller. Así que me tuve que tragar todas las ganas de querer ser partícipe de lo que estaba pasando con la esperanza de enfrentarlo dentro de poco.

Maslow me decía que lamentaba mucho no poder irme a visitar, pero que tenía mucho trabajo y prefería que pasara tiempo con mi madre porque hacía mucho que no convivíamos con tranquilidad.

Corté comunicación con todos los chicos y tarde o temprano iba a caer en las garras de la desesperación por querer gritar preguntas y obtener respuestas. Era muy difícil para alguien tan impulsivo como yo, pero tenía que hacer ese esfuerzo y traté de verlo como una terapia psicológica.

Entonces el día llegó. No sentí ningún dolor en el cuello y sabía que podía volver a la normalidad.

Mi madre estaba nerviosa, pues se le caían cosas, llenaba el vaso hasta que derramara y estaba alerta todo el tiempo. Una que otra vez le lancé indirectas para enfrentarla y escuchar qué tipo de respuestas me daría, pero yo misma cambiaba de tema para no preocuparla más de lo que ya estaba cuando la escuchaba titubear con sus palabras.

–Mamá, ahora que estoy bien, creo que sería bueno poder salir a caminar por las mañanas. Estar aquí es un encierro que no pesa porque estás aquí, pero puedes acompañarme y ambas hacemos ejercicio, porque dijiste que te quedarías tres días más.

–¿Ejercicio? – parpadeó y tragó saliva– Ay hija, ¿no crees que si quieres salir a caminar puedes ahorrarte la salida con la caminadora que tienes en el otro cuarto? – intentó sonar indiferente.

–No estaría mal, pero quisiera el aire libre.

–¿Prefieres respirar la contaminación matutina? ¡Pff! Esas elecciones tuyas. – levanté una ceja y me mordí el labio por dentro.

–Tienes mucha razón, no me daría tiempo tampoco porque debo regresar al trabajo.

–Así es, mejor haz tu ejercicio en la casa y llegas a tiempo a tu trabajo. – sumergió su atención en el teléfono y supe que estaba enviando un mensaje.

Mi ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora