Al llegar a mi casa, estacioné el auto en el sitio habitual, encontrándome con la cara de Evant a un lado de mi auto.
Lo saludé con la mano y estaba seguro de que se había dado cuenta que había una molestia dentro de mí, pues yo siempre acostumbraba a conversar cada que lo veía.
–¿Todo en orden? – preguntó.
–Estoy molesto, pero por un asunto personal, no es nada para alarmarse. – dije con el tono más serio que pude.
No podía mirarlo a la cara después de lo que me acababa de enterar por Paul.
–¿Seguro? Estás rabiando.
–No es buen momento para hablar, créeme. Ni yo me caigo bien ahora.
–Verás que se te quitará en cuanto veas a tu novia. – intentó animarme y lo que sucedió fue que algo dentro de mí se rompió.
–Lo dudo.
Le di la espalda poniendo mi vista fijamente en el camino que me llevaba hasta la entrada de la casa y sin decirle adiós, entré.
Tragué saliva. El ambiente estaba pesado y eso que no la había visto.
Me fui a la cocina, directo a tomarme una cerveza de golpe, como si eso fuera un remedio para el nudo que tenía en el cuello por un coraje que tal vez no tenía sentido en otra personalidad que no fuera la mía.
Me sobresalté un segundo en cuanto sentí los dedos de Sarah deslizarse sobre mi cintura y entrelazarse encima de mi abdomen.
–Hola mi amor.
Escuchar su voz de esa manera en otra ocasión me hubiese hecho girar de inmediato para besarle hasta los pies, pero como estaba sentido, eso no iba a ocurrir.
–Hola. – intenté sonar normal.
–Te extrañé. – sentí su beso sobre mi espalda y me apretó más en su abrazo. – ¿Cómo te fue?
–Bien, pero estoy hambriento.
–Eso no es problema. – me hizo girar y quedé frente a ella.
Frente a mí estaba Sarah con un vestido rojo que a gritos me indicaba que lo arrancara sin piedad. Le quedaba arriba de la rodilla y podía ver claramente que no tenía un sujetador puesto, pues el escote que tenía en el pecho no dejaba ni un impedimento a la imaginación.
–Te ves hermosa. – tragué saliva y contemplé lo increíble que se veía.
–¿Lo crees? Me vestí para ti.
–No sabía que tenías ese vestido. – me enredó el cuello con sus brazos y ahora sus pechos estaban tocándome las costillas.
–Pues ahora lo ves.
Sarah me besó los labios con tanta delicadeza que me dolió el corazón. Deslizaba su lengua en el contorno de mi boca y con sus manos me acariciaba la espalda.
De repente dejó de besarme y me lanzó una mirada de preocupación, la cual quité de inmediato con un beso que le di en la frente.
–¿Quieres que pida algo para cenar? – abrí el refrigerador como si buscara algo, pero lo que quería era no verla.
–No es necesario, horneé costillas de cerdo e hice puré de papa.
–Suena rico, ¿comemos? – destapé otra cerveza y bebí hasta la mitad.
–¿Estás bien? Te sentí tenso.
Me dolió la pregunta acompañada por esa voz.
–Estoy bien, ¿Por qué?
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Mi Protegida
RomanceDespués de la apasionante historia de Evant y Arianna en "Mi Guardaespaldas" llega "Mi Protegida", historia que gira en torno a Sarah y Maslow y puede ser leída de manera independiente. Sarah, de 29 años descubre estar profundamente enamorada del ag...