Capítulo 50

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SARAH

La sensación que percibía mi piel sobre cabellos finos deslizarse en la parte de mi pecho, me hacía sentir un cosquilleo que me permitía disfrutar extrañamente de un nuevo despertar. Abrí los ojos poco a poco y al bajar la mirada, noté que mi novio tenía enterrada su cara en mis pechos, acompañado de una respiración tan profunda que solo podía indicar el sueño. Incluso me di cuenta de ronquidos muy débiles por su parte.

Sonreí y lo abracé, porque me sentía completa con él estando de esta manera tan reconfortante.

Parecía que yo había dormido mil horas, porque me sentía bastante descansada, cosa que me faltaba el día de ayer por tanta investigación con el nuevo caso que me habían asignado, y por ello, busqué con mi vista el reloj que estaba colgado arriba de la puerta de entrada de la habitación. 6:49 a.m. Eso es lo que decía y ahora entendía que me había levantado sin alarmas, al mismo tiempo que me percataba que no las había activado y esto había sido un golpe de suerte.

Con mucho cuidado, me fui moviendo para que Maslow no se levantara. Cuando me paré, le di un beso en el cabello y me fui al baño.

Pasaron los minutos y cuando ya eran las 7:27 de la mañana, ya tenía hecho el desayuno. Al servirlo en la mesa, escuché que se cerraba la puerta del baño, señal de que Maslow ya estaba despierto.

Su figura entró caminando a la zona de desayuno y cuando ambos nos vimos, nos sonreímos con complicidad, como si mediante esas miradas pudiéramos recordar todo lo que hicimos en la noche.

–Buenos días. – me dijo y besó mi frente.

–Hola. – le dije y al mismo tiempo le rodeaba la cintura con ambas manos. – ¿Dormiste bien?

Sus ojos que prestaban atención a los míos, tenían un brillo clave que podía hablar como respuesta a mi pregunta.

–Muy bien, aunque me duele el abdomen, quién sabe por qué. – dijo con ironía y yo me reí.

–Ven aquí. – pasé las manos que tenía en su cintura a su mentón, y con un beso traté de decirle que lo amaba y disfrutaba tanto de él.

Maslow me puso también una mano en mi mentón y la otra la dejó en uno de mis hombros.

Al finalizar el beso, pasó su lengua contorneando mi labio inferior, y por alguna razón, le lancé una mordida débil.

Ambos nos reímos y pasamos a la mesa para desayunar.

Había picado un plátano –una mitad para él y la otra para mí– y lo bañé de yogurt de fresa para comenzar a desayunar. También hice hamburguesas como el plato principal, con jamón, queso, salchichas, tocino y aunque muchas personas lo veían demasiado, también le puse huevos estrellados.

A nosotros nos gustaba comer demasiado, y por eso también como en el refrigerador teníamos papas para freír, las hice y puse a un lado del plato para que pudiera ponerle cátsup.

Era un desayuno bastante grasoso, pero a nosotros no nos importaba por el hecho de comer a gusto y de todos modos no lo hacíamos a diario.

En mi caso, comía demasiado porque tenía un apetito bastante fuerte y la ventaja de esto era que no se reflejaba aquella grasa por culpa de mi metabolismo... aunque no sabía si era una bendición que no engordara con facilidad.

Después del desayuno nos dedicamos a bañarnos y a arreglarnos para el trabajo, por lo que, con honestidad, inspirada por Megan, la novia de Fran, decidí ir bien vestida al trabajo, pero no tan formal como lo hacía para el FBI.

Megan se vestía increíble. A simple vista, parecía una estrella de pop o rock en lugar de ser agente, porque su estilo era único, y yo todavía no podía definirlo del todo. Solo podía resumirlo a una palabra. Icónico.

Mi ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora