Capítulo 5

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Ahora cada quien seguía haciendo su trabajo con un caso no tan nuevo, que estaba antes del de Arianna, pero menos desastroso, y ahora nos concentrábamos en él.

Josh y Paul estaban identificando llamadas, correos y otras cosas con El Operador Fantasma, el sistema del que había hablado Maslow mientras describía a estos chicos, y nosotros revisábamos información.

–¿Por qué tan concentrada? –me giré un poco para encararlo y sonreí.

–¿Qué haces aquí? Deberías estar trabajando. Tú más que nadie tienes la carga laboral. –le dije a Maslow.

–Pasaba a verte por un momento, ¿qué tiene de malo eso?

–Nada, créeme que lo aprecio mucho, pero hasta donde yo sé, tú y Ev están llenos en cuestión de tiempo.

–Lo sé, pero uno nunca está lo suficientemente ocupado como para no tener sus cinco minutos de paz, y a eso vine, a buscar mi paz.

–Maslow, ¿qué voy a hacer contigo? – Recargué mi cara en mis manos mientras lo miraba.

–Sarah, me es difícil concentrarme mientras trabajo si estás todo el día en mi mente. No aguanté y por eso vine, tenía que verte.

–Entonces soy tu distracción. –seguí sonriendo como una adolescente enamorada hasta los huesos.

–Lo eres, pero me encanta que así sea. – lo seguí viendo así y no respondí nada. –¿Qué harás saliendo de trabajar?

–Supongo que irme a mi casa, ¿por qué?

–Te propongo algo.

–Te escucho.

–¿Te gustaría ir a mi casa? Digo, si no tienes planes.

–Claro que sí, me encantaría. ¿A qué hora voy?

–Yo decía que saliendo del trabajo, pero si quieres más tarde para que te refresques en tu casa, adelante.

–No, me parece bien que sea saliendo.

–Entonces saliendo. –dije sonriente y Mas se acercó para besarme la mejilla.

–Bueno, así quedamos. Por favor espérame al salir, ¿de acuerdo?

–Claro, nos vamos siguiendo.

–Oye tras que ya tienes carro. ¿O quieres que vayamos a tu casa a dejar el carro y te vas conmigo?

–También es buena idea, y sirve para que me cambie la ropa.

–Como gustes, de todos modos, así como estás te ves preciosa. – el hombre avanzó hasta que se quedó parado en la puerta para decirme adiós con la mano, gesto que yo respondí y me hundí en mi silla.

Después de varias horas pegada a la computadora, decidí que era bueno darme un estirón e incluso opté por ir a almorzar.

–Oigan, ¿alguno de ustedes irá a comer? –pregunté.

–Yo tengo hambre, si quieres vamos. –me respondió Evant.

–Nosotros no podemos, no acabamos. –dijo Paul y los otros dos no respondieron.

–Bien. –respondí y Evant me seguía hasta que llegamos al comedor.

–Fíjate que se me antoja una ensalada, eso voy a pedir.

–Yo también, el caso es comer. – avanzamos y pedimos las ensaladas, y mientras esperábamos, el nuevo agente asiático llegó.

–Buenas tardes. –saludó primero y miró el pequeño menú que ofrecía la cocina.

Mi ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora