Tierra 12: La marca del destino

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El muro había estado presente a lo largo de toda su vida ya ni siquiera le causaba curiosidad, los tontos juegos que los chicos hacían en los límites de la ciudad no la divertían, Guzmán, Polo, Valerio y Ander solían ir los viernes a lanzar botellas de cerveza hacia el otro lado y trataban de alcanzar el tope del alto muro con erráticas escaladas, nunca habían logrado llegar lo suficientemente lejos para ver lo que había del otro lado, podían usar una escalera, pero la verdad era que esos juegos escondían su verdadera cobardía.

El muro había estado presente a lo largo de toda su vida ya ni siquiera le causaba curiosidad, los tontos juegos que los chicos hacían en los límites de la ciudad no la divertían, Guzmán, Polo, Valerio y Ander solían ir los viernes a lanzar botell...

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Pero no podía culparlos, ella también sentía miedo, todos los panfletos, los cortos en el noticiero afirmaban que del otro lado solamente había una parvada de salvajes, salvajes que no dudarían un solo segundo en hacerles daño, ya ni siquiera podías llamarlos seres humanos, la humanidad de los habitantes del otro lado del muro se había esfumado, al menos eso era lo que todos decían.

La verdad es que tal vez esas historias solo eran eso, historias, nadie podía saber con certeza lo que había del otro lado, nadie nunca había cruzado, las leyendas eran tantas como para llenar miles de páginas, y hablando de leyendas, estaba también la vieja leyenda de la marca del destino, era la supuesta razón por la que el muro había sido erigido.

Dos tribus enemigas habían sido sentenciadas a unirse en nombre del destino y del amor, la vieja hechicera había dicho que los habitantes del norte estarían condenados a enamorarse de los habitantes del sur, una marca aparecería en su piel al momento de encontrar a su verdadero amor, así que los habitantes acomodados del norte decidieron erigir el muro, no compartirían sus riquezas con esos sucios sureños.

Claro, eso había sucedido hace cientos de años, o al menos era lo que la leyenda decía, ya nadie tenía una marca como para corroborar que los hechos eran ciertos, lo único que quedaba como evidencia era ese alto muro de piedra que los separaba, es...

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Claro, eso había sucedido hace cientos de años, o al menos era lo que la leyenda decía, ya nadie tenía una marca como para corroborar que los hechos eran ciertos, lo único que quedaba como evidencia era ese alto muro de piedra que los separaba, ese alto muro que ya ni siquiera solían notar, su burbuja estaba llena de rutina y confort, de seguridad y opulencia, poco importaba si del otro lado el destino te reclamaba.

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El lado sur no era una burbuja de confort, era una burbuja de caos a punto de colapsar, la comida empezaba a escasear, las tierras fértiles, los tupidos bosques llenos de animales estaban del otro lado del muro, el norte se había quedado con todo, no importaba lo duro que labraras la tierra, ya nada salía de ella, no quedaba un solo conejo que cazar, el agua del río había sido desviada hacia los cultivos del norte y solamente una pequeña línea llegaba al sur.

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