Tierra 16: El último halcón

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Detective Rosón

Había sido una larga noche, dos asesinatos en una semana, no tenía ninguna pista, lo único que los conectaba es que ambos cuerpos tenían una pluma, sí, una pluma, al parecer eran de un ave rapaz, era extraño, no había aves rapaces en el centro de Madrid, ambos cuerpos tenían un disparo certero que atravesaba el corazón, y parecía que había sido un disparo a la distancia, además presentaban golpes que solo una persona que hubiese caído de un lugar alto presentaría, pero ese no era el caso, así que todo era muy confuso.

La pluma debía tratarse seguramente de una firma, una firma del asesino, solo faltaba una víctima más para que lo catalogaran como serial y eso haría que los medios de comunicación y la gente morbosa estorbaran como siempre, hasta el momento había logrado que los reporteros se mantuvieran alejados, los detalles de los asesinatos eran solo de conocimiento de la oficina forense y del precinto policial al que pertenecía desde hacía ya 5 años, me había trasladado de Burgos por un ascenso.

La vida de un detective en Madrid era oscura, una enorme ciudad con una vida nocturna activa y millones de personas concentradas en altos edificios, era la fórmula perfecta para el caos

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La vida de un detective en Madrid era oscura, una enorme ciudad con una vida nocturna activa y millones de personas concentradas en altos edificios, era la fórmula perfecta para el caos. Tuve el impulso de encender la cafetera para repasar de nuevo el informe forense de Nadia, pero llevaba ya varias noches mal durmiendo en el viejo sofá de la oficina, así que me arrepentí de inmediato, caminé hasta el cuarto de baño y abrí la llave, dejé que el agua corriera hasta que estuvo lo suficientemente caliente, una ducha y unas buenas horas de sueño era lo que necesitaba.

Me despoje lentamente de la ropa hasta que solo era un montoncito en mis pies, metí la mano para comprobar la temperatura, me deshice de la coleta para soltarme el cabello, era rubio como el de mi padre y lacio y largo como el de mi madre, ingresé a la ducha y apoyé las palmas de mis manos en el frío azulejo mientras que el agua caliente caía con fuerza sobre mis hombros, cerré los ojos y saqué la mano para darle play al teléfono, la música y el vapor inundaron el pequeño baño y me olvide de todo, al menos por un momento.

Samuel

La ventana estaba abierta, era una ironía, entrar era la única forma de salir del embrollo en el que estaba, sabía perfectamente a quién pertenecía el apartamento, llevaba meses obsesionado con ella, la veía desde los techos, agazapado, como si ella fuera mi presa, también sabía que de seguro no estaba en casa, casi nunca lo estaba, siempre patrullaba de noche, tal vez eso era lo que me había atraído de ella, mientras todo el mundo disfrutaba de las noches en el bullicioso Madrid ella nos protegía a todos. Esa era la razón por la que había llegado hasta ella, era tal vez mi única y última esperanza, al fin de cuentas, ella estaba a cargo del caso, Nano y Marina estaban muertos, y el siguiente... el siguiente era yo.

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