Carla
Los días siguieron pasando y me adaptaba con facilidad al pequeño poblado en donde papá había decidido asentarse hacía varios años atrás, tenía ese aire encantador de postal, con sus casas de colores y vidas tranquilas, sin bullicio de ciudad y sin smog, las personas eran amables, había congeniado muy bien con los Amigos de Ander, incluso había conocido a los hermanos de Samuel, el hombre de la ventana de la izquierda como solía llamarlo, todos los días llegaba a la tienda de papá compraba un café y lo bebía mientras devoraba los libros uno a uno, veía siempre por la ventana y nunca decía nada.
Era extraño lo que sucedía cada vez que me acercaba a él, algunas veces había tenido que servirle su café porque Ander y papá estaban ocupados, no me molestaba, él era educado y sus ojos eran amables, pero el lugar se convertía en un horno y sentía que haría combustión espontánea, la sangre me hervía y empezaba a sudar, el sentimiento desaparecía en el instante en que me alejaba de él y eso me perturbaba, no sabía si me estaba volviendo loca y lo estaba imaginando, si mis hormonas estaban alborotadas y me había convertido en una pervertida o si algo sobrenatural estaba sucediendo y me habían embrujado.
Para ocupar mi tiempo había decidido que encontraría un trabajo de medio tiempo, así que había recorrido las calles del lugar en compañía de Ander, papá se negaba a que estuviera sola por miedo a que me perdiera en las montañas, según él era bastante fácil perder el rumbo, yo solo rodaba los ojos y suspiraba exasperada, papá solo estaba siendo dramático, pero que se preocupara por mí hacía sentir mi corazón abrigado, además, la compañía de Ander era agradable, había descubierto que le gustaba la hermana de Samuel, Rebeka, y estaban en una relación oculta porque al parecer Fernando, el mayor, y Samuel eran sobreprotectores.
No habíamos tardado mucho en encontrar algo en que pudiera ocuparme, Marina, una chica pelirroja y demasiado feliz a mi parecer, me había contratado, tenía una tienda esotérica, era un lugar extraño, lleno de veladoras y de humo de incienso, amuletos extraños colgados por todas partes, tés de diferentes sabores de plantas tan raras como su sabor, vasijas, telas, joyería, libros, escencias y jabones, pebeteros y pociones. Mi trabajo consistía en atender la tienda por las mañanas, pues Marina dedicaba ese tiempo para buscar las distintas yerbas que utilizaba para confeccionar sus brebajes y tés en el bosque.
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Universos paralelos
FanfictionCada posible resultado del universo existe simultáneamente en otros universos, un sinfín de realidades relativamente independientes en donde estamos tú y yo en una nueva realidad, pero siempre tú y yo. ‼️Advertencia: la mayoría de historias tienen c...