"¡Joder!" bufó Nadia luego de colgar el teléfono, era sábado y como era costumbre todos estaban reunidos en el piso de los García, aunque en realidad el piso solamente era habitado por uno de ellos, Samuel. Nano, su hermano mayor estaba nuevamente en problemas y Pilar, su madre, había tenido que viajar para arreglar la situación, una vez más.
Reunirse en ese apartamento se había convertido en una tradición, Omar, Nadia, Rebeka, Cayetana y Samuel, pasaban la noche del sábado entre risas, comida y cervezas, empezaron haciéndolo cuando aún eran adolescentes y asistían al instituto público de San Esteban, ahora algunos asistían a la universidad o tenían trabajos de oficina, o ambos, como era el caso de Nadia, Omar y Cayetana.
Rebeka era la más acomodada de todos y había decidido tomarse lo que ella llamaba un año sabático, a Sandra, su madre, poco le importaba, así que Rebeka hacía lo que le viniera en gana, por otra parte, Samuel, por mucho que deseara hacerse de una carrera, era imposible, las cuentas y las deudas se acumulaban, estaban allí una bajo de otra, metidas en una caja de zapatos que Pilar guardaba con recelo bajo la cama, él sabía perfectamente que estaban allí y que las fechas se vencían, así que todo su tiempo lo utilizaba en desempeñar pequeños trabajos para así poder ayudar a saldarlas.
"¿Y ahora qué faraona?... ¿no me digas que ahora también debes limpiarle el culo los sábados?" preguntó Rebeka mientras rodaba los ojos, no era un secreto que Nadia trabajaba como secretaria para una tirana, si bien, la paga era buena, trabajar para los viñedos Marquesado de Caleruega era un completo infierno, y su jefa, era el mismísimo demonio, un demonio rubio que vestía ropa y tacones de marca.
"No... pero si se trata de la señorita Rosón" respondió mientras colocaba su mano en la parte de atrás de su cuello, era un gesto que solía hacer cada vez que hablaba de su jefa, su estrés subía a una velocidad sumamente acelerada, "¿ahora qué?" preguntó Cayetana bebiendo de su cerveza y sentándose de golpe en uno de los mullidos sillones de la sala de estar.
"Roberto... ha renunciado" respondió imitando el gesto de Cayetana y arrebatándole la cerveza de la mano para luego darle un enorme trago con el que casi terminó con el contenido de la botella, Roberto era el chofer de la señorita Rosón, lo había sido toda su vida, pero ahora se había retirado, administraría los terrenos de su familia en Navarra, una pequeña parcela con manzanas que luego convertía en sidra de mala calidad, pero era suficiente para sobrevivir con su esposa, sin el clima cargado de la ciudad y de la familia Rosón Caleruega.
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Universos paralelos
FanfictionCada posible resultado del universo existe simultáneamente en otros universos, un sinfín de realidades relativamente independientes en donde estamos tú y yo en una nueva realidad, pero siempre tú y yo. ‼️Advertencia: la mayoría de historias tienen c...