일. real life

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Gaeul no solía tener días buenos, solo mediocres, y aquel era la prueba perfecta: su padre, médico, había tenido que realizar una guardia nocturna en el hospital, por lo que debía ser ella quien cuidase de su hermano

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Gaeul no solía tener días buenos, solo mediocres, y aquel era la prueba perfecta: su padre, médico, había tenido que realizar una guardia nocturna en el hospital, por lo que debía ser ella quien cuidase de su hermano. Aquello no habría sido ningún problema si no fuera porque el pequeño tenía pesadillas casi cada noche, lo que hacía que Gaeul tuviese que sacrificar gran parte de su horario de sueño para atender sus necesidades.

Incluso si eso significaba tener un ensayo realmente importante al día siguiente.

—Tienes muy mala cara, hija —comentó su padre nada más llegar del trabajo, a la vez que se descalzaba. Cuando terminó de ponerse los zapatos de andar por casa, añadió—: Déjame que despierte a tu hermano y te preparo un café.

Gaeul admiraba mucho a su padre, y cada día ese pensamiento no hacía más que reforzarse. Sí, podía no ser el mejor del mundo, ya que cuando ella nació el hombre apenas tenía dieciocho años, lo que hacía que su conocimiento sobre la vida parental fuese nula, pero en ningún momento se rindió, demostrando de forma constante a sus hijos lo mucho que les quería.

Aun cuando llegaba a casa después de una larga guardia, como era esa misma mañana, se encargaba de esbozar una sonrisa para simular que todo iba bien, aunque su propia hija supiese que la mayor parte del tiempo no era así.

—Está bien —accedió la joven con cansancio, incapaz de rechazar una taza de café bien cargado por la mañana. Nunca se negaba y esa no iba a ser la excepción, no después de haberse pasado la noche en vela.

Mientras su padre se encargaba de despertar al pequeño de la familia, decidió poner la mesa y sacar lo que el hombre necesitaría: la cafetera, los cubiertos... Todo para poder facilitarle el trabajo y que se fuese a descansar cuanto antes, ya que estaba más que segura de que lo necesitaría tras tantas horas de pie.

—Hoy llevo yo a Jumin al colegio —anunció Gaeul a la vez que le revolvía el pelo al niño, que se abrazó con fuerza a su cintura mientras bostezaba ampliamente.

—¿No tienes el último ensayo hoy? —El cansancio que denotaba el rostro del señor Yoon fue reemplazado por preocupación en el mismo momento en que su hija soltó esas palabras.

—Sí, pero empieza a las nueve. Además —añadió, para reafirmar su posición—, el colegio está de camino.

Gaeul no supo si su padre se dio por vencido con rapidez por el hecho de que era difícil ganarle en una discusión, ya que cuando se empecinaba con ello seguía hasta el final, defendiendo su punto de vista, o por el alivio de no tener que volver a salir de casa después de haberse puesto cómodo, pero tampoco preguntó.

—¿Qué quieres de desayunar hoy, Jumin? —preguntó la muchacha, bajando la mirada hasta encontrarse con los ojos de su hermano.

—Mmm... ¿Tortitas? —dudó el pequeño, golpeándose en la barbilla con el dedo índice—. ¡No, no! ¡Cereales!

WOW - Hwang HyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora