Gaeul y Hyunjin tienen muy claro que lo suyo no va más allá de una amistad. Pero son los únicos que no se dan cuenta de que se miran de todo, menos como amigos.
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Hay algo que Gaeul tiene siempre en mente: no confiar del todo en nadie.
Por esa ra...
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Todo el pasillo que conducía a la sala de ensayos estaba en completo silencio. Solo se escuchaban las zapatillas de Hyunjin y los pasos rápidos de Gaeul, que intentaba seguir su ritmo a pesar de sus piernas cortas. Por eso, cuando el joven abrió la puerta que daba lugar al ensayo, ella se asustó por el estruendo que provenía de dentro, aunque disimuló lo máximo que pudo para que cuando el chico se diese la vuelta, no se fijase en que casi había sufrido un infarto.
—Pasa tú primero —indicó, señalando con la cabeza la puerta que estaba sosteniendo con una mano.
—¿Qué? —preguntó Gaeul, alzando la voz tanto que temió que los miembros que estaban dentro la escuchasen. Obviamente no fue así, ya que la música estaba demasiada alta—. Ni de broma.
Hyunjin chasqueó la lengua, dándose cuenta de que parecía bastante decidida a llevarle la contraria, e intentó insistir una vez más.
—No tenemos tiempo, Gaeul. Entra de una vez.
Pero ella volvió a ignorar su petición, negando esta vez con la cabeza de manera frenética. Se podía ver en sus ojos y en su lenguaje corporal que los nervios estaban empezando a atacarla, ya que no dejaba de mover las manos o de mirar de un lado para otro, incluso cuando no había nada más que observar, ya que el pasillo estaba vacío por completo.
Viendo que el tiempo iba en su contra, el idol decidió que solo había una forma de que entrase ella primero: obligándola de alguna manera. Así que puso la otra mano que no sujetaba la puerta en su hombro, y empujó suavemente para que entrase en aquella habitación.
—Pero ¿por qué tengo que entrar yo primero? —se quejó entre dientes, casi gruñendo, mientras ponía fuerza en las piernas para no desplazarse tanto.
No sirvió de mucho: el suelo parecía encerado, así que sus zapatillas se resbalaban, imposibilitando que pudiese forcejear. Además, aunque Hyunjin no estaba haciendo fuerza, Gaeul era demasiado débil como para combatirlo, así que terminó siendo arrastrada hacia dentro.
—Vale, vale. Suéltame —protestó, dejando de oponerse en el mismo momento en que se dio cuenta de que todos tenían los ojos puestos en ella.
La música, al parecer, había parado, así que el resto de Stray Kids había escuchado todos sus quejidos. Algunos tenían una sonrisita en la comisura de la boca, y otros una mirada de perplejidad que hizo que se avergonzara, pero lo que más le llamó la atención a Gaeul fue el gesto de uno de ellos, que se llevó la mano a la frente para golpeársela.
Dándose cuenta de que ya todos habían reparado en su presencia, hizo una reverencia pronunciada a modo de saludo. Mientras tenía la cabeza gacha, se reprendió a sí misma por aquella escena que había causado e intentó calmar los latidos furiosos de su corazón.
—¿Qué maneras son esas de tratar a nuestra invitada, Hyunjin? —regañó alguien justo cuando Gaeul estaba irguiéndose. No sonaba a una reprimenda dura, sino más bien como alguien pasando vergüenza.
