Gaeul y Hyunjin tienen muy claro que lo suyo no va más allá de una amistad. Pero son los únicos que no se dan cuenta de que se miran de todo, menos como amigos.
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Hay algo que Gaeul tiene siempre en mente: no confiar del todo en nadie.
Por esa ra...
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Aquello parecía una escena cómica de serie de televisión y Hyunjin, como gran amante de los dramas que era, adoraba sentirse como un personaje más; la protagonista era Gaeul, cuyo pelo rosa, que empezaba a desteñirse, iba a juego con su pijama de unicornios. Luego estaban los secundarios, su hermano y su padre, que no dejaban de observarle como si se tratase de la persona más fascinante que habían visto sus ojos. En especial el pequeño, que no dejaba de seguirle con la mirada, con una sonrisita en la boca llena de tomate.
Ni siquiera se habían presentado en condiciones, pero se sentía extrañamente cómodo. Como si esa fuese la centésima vez que acudía a la casa a pasar la noche. Como si conociese a Jumin y al señor Yoon de toda la vida. Como si formase parte de esa familia desde hacía años. Y aquello era... reconfortante.
—No tenemos más cena —dijo Gaeul, interrumpiendo la sensación de calidez que se estaba formando en su pecho—, y tampoco quiero hablar contigo ahora. —Lo último lo pronunció en voz baja, entre dientes, para que no la escuchasen.
—Sí hay cena, cielo —contradijo el padre, apoyando la mano en el hombro de su hija y señalando la puerta abierta con la mano—. Siéntete como en casa, muchacho. Hacía mucho que Gaeul no invitaba a alguien.
—Me pregunto por qué será... —masculló ella, lanzándole una mirada asesina a Hyunjin, que respondió con una sonrisa, sabiendo que aquello le sacaría de quicio.
El corazón le latía con demasiada fuerza por los nervios, así que intentó disimular de la mejor manera que sabía: chinchando a Gaeul. Era lo que hacía antes de que todo se torciese, cuando no sentía aún cosas por ella, así que quizás podía fingir que todo había vuelto a la normalidad.
—Hola —intentó saludar con una sonrisa, pero no pudo llegar más lejos porque le interrumpieron.
—¿Qué haces aquí? —preguntó la joven, con los brazos cruzados sobre el pecho. Se notaba que estaba enfadada, no solo por su postura corporal sino también por lo fruncido que estaba su ceño y los labios apretados—. ¿Y cómo sabes dónde vivo? No te lo había dicho nunca.
Y eso era verdad: se había enterado de su ubicación por Eunji. No lo había planeado, ni mucho menos, pero vio la oportunidad perfecta cuando, saliendo del edificio de PNation, se encontró con Han, que había quedado con su novia para ver una película o algo así. En un primer momento solo iba a saludarle e irse, pero algo hizo clic en su mente y no pudo evitar aprovechar la situación.
Se enfrentó a la mirada reprobatoria de Eunji, que parecía mucho más dura después de todo lo que había pasado, pero consiguió romper parte de su coraza cuando le dijo que Gaeul era muy importante para él y que necesitaba hablar con ella.
Debió de parecer bastante desesperado, porque no le hizo falta insistir mucho: la chica vio el dolor en sus ojos, así que terminó cediendo, haciéndole prometer que no le diría que había sido ella quien le había facilitado la dirección.
