Gaeul y Hyunjin tienen muy claro que lo suyo no va más allá de una amistad. Pero son los únicos que no se dan cuenta de que se miran de todo, menos como amigos.
****
Hay algo que Gaeul tiene siempre en mente: no confiar del todo en nadie.
Por esa ra...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hyunjin llevaba inquieto todo el día, desde que se había despertado. No dejaba de preguntar todo el rato por la hora, incluso aun si tenía el teléfono en las manos, y estaba tan intranquilo que había empezado a contagiar su estado de ánimo a los demás.
—Es irónico que hace una semana negase que le gustaba y aquí le tenemos, muerto del miedo —señaló Minho, aprovechando el momento para chincharle.
—Eran las siete y tres cuando has preguntado... hace un minuto —informó Seungmin tras encender la pantalla del teléfono, poniendo los ojos en blanco—. Ya llegará. Según nos has contado muchas veces, Gaeul y puntualidad no son dos palabras que vayan de la mano.
El idol gruñó a modo de respuesta, pasándose la mano por el pelo por octava vez en los últimos cinco minutos. Sentía que se le iba a salir el corazón por la boca, por mucho que intentase mentalizarse de que todo iba a salir bien.
Solo sería una cena. Una cena con... la chica que le gustaba. Sí. Solo eso.
—Hoy se supone que te has hecho un año mayor, pero no veo ninguna diferencia —siguió chinchando Minho, divertido ante la escena.
—Dejad al pobre Hyunjin —pidió Jiyong, que acababa de salir de la cocina por primera vez en toda la tarde. Se subió las gafas, que decoraban el puente de su nariz, antes de seguir hablando—. Ya llegará. Viene en transporte público, ¿no?
El joven asintió, relajándose un poco ante el tono cálido de Jiyong. Era la única, junto con Chan, que no se había burlado de él desde que había anunciado que quería hacer una cena por su cumpleaños, y que quería que Gaeul fuese la única invitada de fuera de ese círculo. La pareja solo sonrió con ternura, mientras que los demás no dudaron en pasarse toda la semana molestándole, aprovechando cada ocasión que veían.
Justo en el momento en el que Hyunjin decidió esperar sentado, al lado de Minho, que había sido el ayudante culinario de Jiyong junto con Chan, el timbre sonó.
—¿Quieres que abra yo? —sugirió Jiyong, fijándose en cómo su rostro se había contraído por el miedo y los nervios.
—También podría ir yo —propuso Minho, con otra sonrisa lobuna—. Estoy seguro de que le hará mucha ilusión verme. —Hyunjin recordó la conversación que tuvieron el día anterior, donde había insinuado que le gustaba a Gaeul para molestarle.
—No. Tú quédate ahí —dijo apresurado al ver que empezaba a levantarse del sofá. Después, se dirigió a Jiyong—. Gracias, pero... Creo que iré yo. Sí. Si os ve de primeras, seguro que le dará un infarto. ¡Y no quiero ir al hospital el día de mi cumpleaños!
Corrió hacia la puerta para no dejar esperando más a la bailarina, y cuando la abrió se quedó atónito. No se molestó en disimular su sorpresa, porque no se sentía capaz de fingir indiferencia, no después de encontrarse con una Gaeul más preciosa que nunca. A pesar de que tenía una cazadora vaquera encima, se podían intuir las curvas de su cuerpo, remarcadas por el vestido corto y ajustado que llevaba.