Capítulo 15 (Danner)

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LA HISTORIA DE DANNER, Y EL INICIO DE MedKsim

15

«Extrañar lo perdido
es de débiles »

Danner

Toda esta maldita situación me tenía estresado.

Ordenes por aquí, matanzas por allá.

Un flamante Jeep de última generación, y a callarse la boca.

Siempre fue así, y aparentemente, siempre lo será.

Desde que mi padre llegó de la su servio militar en la frontera, con una sonrisa grabada en la cara hecha por la morfina y los medicamentos que le inyectaban y una prótesis en la pierna que presumía con tanto orgullo, porque decía que estaba completo, que había llegado de la guerra sano y a salvo. Que no había corrido con la misma suerte que sus compañeros de escuadra, quienes habían quedado traumados por la amputación de algún miembro.

Él no se dio cuenta que en ese momento  necesitaba su presencia paternal más que su presencia física.

Pedir la ayuda de Maksim lo condenó para siempre. No, mejor dicho NOS condenó.

Después de la muerte de mi madre por Leucemia y el descubrir yo sería el siguiente en acompañar a mi madre por la misma enfermedad, creo que haber seguido a mi madre al abismo de la muerte hubiera sido mejor opción antes que quedarme en la tierra debiéndole la vida al monstruo de Maksim Feodor.

Cuando conocí a Maksim todo parecía mejorar para mi familia, todo era demasiado perfecto para ser verdad.

Mi madre había muerto mientras mi padre se encontraba de servicio en la frontera De Irán y Afganistán, el siguiente golpe que recibí fue cuando uno de los amigos de mi padre fue a casa y le dió la triste noticia a mi abuela de que mi padre había perdido una pierna, lo peor de esto fue el estado depresivo en el que se hundió, pero nunca vi a mi padre utilizar muletas o una silla de ruedas, cuando volvió.

Simplemente llegó a casa un día, caminando erguido, y me mostró que tenía una "sorprendente" prótesis biónica en la pierna, dijo que se retiraría completamente de la milicia pero que no quería quedarse sin hacer nada, entonces se decidió entrar como guardaespaldas en las empresas de uno de los más grandes ingenieros bioquímicos del país, Maksim Feodor.

Maksim... lo admiraba, esa acción lo convirtió en todo lo que yo aspiraba en esta vida, mi padre hablaba muy bien de él y de su empresa que había ayudado a muchos otros soldados que habían estado en situaciones similares o peores.

Incluso cuando yo llegué a enfermar, fue el primero que se apareció en la puerta de la casa ofreciendo su ayuda, no una ayuda económica, sino la ayuda de sus conocimientos. Aceptar su mano fue el primer gran error.

Al final pensaba, no tenía nada que perder, iba a dejar a mi padre en buenas manos, una vida plena, mi madre había muerto y Atzin, mi única amiga estaba desaparecida. Duros golpes para un niño de 8 años.

Entre la preocupación de mi enfermedad la desaparición de Atzin, y las constantes caras de preocupación de mi padre y mi abuelo, dejar todo el dolor atrás no parecía una mala opción.

Después de tanta insistencia y de probar tratamientos convencionales por parte de los doctores, mi padre aceptó la ayuda de Maksim.

Recuerdo ese día con lujo de detalle, el día que llegamos al laboratorio de Maksim, por más de haber tenido 10 años, ese fue el día que marcó el resto de mi vida.

La eterna deuda hacia un Feodor. Es peor que la muerte.

Desperté una madrugada con dolores constantes en el pecho y me costaba respirar, así que Xoco me tomó en brazos y me llevó hacia uno de los laboratorios Feodor que se encontraban a las afueras de la ciudad en ese entonces.

𝐋𝐚 𝐑𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora