Capitulo 26

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"¿La calma antes
de la tormenta?"

Atzin

Se cagó.

Se arruinó todo.

Expusieron a Maksim frente a todo el mundo.

En cuanto él puso un pie fuera de ese escenario basto una llamada para que sus más fieles soldados salieran en la caza de sus experimentos

Encerraron a Damian, Jared, Jennie, Luke ...

En cuanto empezaron con nuestra caza Allen me tomó a mí y a Milo para poder salir de los laboratorios.

Todos trataban y huir, pero conocían sus puntos débiles, los capturaron muy fácil. Aunque Jared les dio batalla, intercambio unas palabras con Allen y nos ayudó a salir de los laboratorios.

No duro mucho, al momento de salir de las paredes del laboratorio escapamos en el jeep de Allen, nuestra única opción pues . Estábamos en los laboratorios de las afueras de la ciudad, por lo que huir entre las calles semi abandonadas fue beneficioso.

—Allen, ¡tenemos que volver! – Milo empezó a hablar, estaba alterado por la confusión en los laboratorios. – se los están llevando.

Al voltear la vista hacia donde se encontraba el laboratorio rodeado de personas, hombres y mujeres con trajes negros corriendo con pistolas que contenían drogas tranquilizantes.

Lidocaína, droga que los relaja al punto de tener el cuerpo anestesiado, perfecto para transportarlos donde los quieren.

—Allen ¿Dónde iremos? No pararan hasta tenernos a todos. – Milo estaba muy alterado.

—Vayamos a mi casa. Mi madre no esta y...

—¿Cómo que no está tu madre? -Allen soltó abrupto

Su repentino tono preocupado me sorprendió

—salió de la ciudad a un congreso de medicina...

Se quedó callado pero su mirada indicaba que se quedó pensando en eso. ¿Acaso Allen conoce a mi madre? ¿le importa?

El camino fue rápido y en silencio, tal vez porque inconscientemente pensábamos en que si no hacíamos ruido no nos encontrarían los guardias.

El estrés, la adrenalina y la falta de sueño no nos dejaba pensar con precisión.

Llegamos a mi casa, y Allen se dirigió rápidamente a la cocina, desquiciado busca un cuchillo.

—¿Qué estás haciendo? – una voz masculina y calmada pregunto detrás de nosotros.

Era Robin, quien salía de las sombras de una de las esquinas de mi casa.

Muy al contrario, la reacción de Allen no fue de asombro, ni de desconcierto por la presencia de Robin, el simplemente continuo con lo que estaba haciendo y le respondió a Robin.

—Soy el único que sigue teniendo el chip de Maksim, no es un rastreador, pero podría amenazarme con explotarme la cabeza.

Levanto el cuchillo y con la punta lentamente empezó a perforar una parte de su hombro, cerca de su clavícula.

—Allen para – trate de detenerlo -Allen...

Le arrebate el cuchillo antes de que vuelva a tocar su piel ya maltratada por la presión de la punta sin filo.

Me miro de mala gana dando a entender su frustración, yo no le dije nada. Me dirigí a uno de los cajones de la cocina donde sabía que mi madre guardaba parte de su instrumental médico, ella tenía su propio orden en la casa.

𝐋𝐚 𝐑𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora