FINAL: De Ida y Vuelta

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Jueves 5 del 06 de 2025, 12:00.

SIN POV

—Corre Alba tía, que no nos da tiempo —la dijo Julia entrando a la sala donde estaban— Wow —dijo asombrada al verla— Estás guapísima. —dijo analizándola— Se va a quedar boquiabierta, ya verás.
—No exageres anda —respondió a todos aquellos cumplidos— Seguro que ella está mucho más guapa —dijo pensando en su look.
—He dejado a Olivia con tu madre —dijo mientras la ayudaba a ponerse las horquillas para que no se estropease el peinado— Estaba muy feliz y por eso no podía pararse quieta —dijo sonriendo— Es una niña muy bonita, es como tú.

Hace más de un año...

Desde la cena con los padres de Natalia el año anterior, todo había ido genial. En Semana Santa de ese mismo año habían ido a Elche y pasaron unos días con la familia Reche-Martínez, allí recibieron a la morena como si fuese una más de la familia a la que le faltaba uno. En el mes de noviembre, Alba y Natalia decidieron dar el siguiente paso; adoptar a un niño. La pareja ya estaba más que asentada y tenían trabajos y vidas estables. Aunque la pamplonesa seguía con la música, evitaba estar muchos días fuera de su ciudad. La galería seguía un transcurso normal; se vendían cuadros, se volvían a poner nuevos... todo iba perfecto y por ello iniciaron los trámites de adopción.

Eligieron Estados Unidos para buscar una empresa de adopción, allí encontraron a Olivia, una niña que provenía, según las pruebas de ADN, de México y del mismo país donde residía. Tenía cuatro años, sus padres había muerto en un accidente automovilístico en una de las calles más transitadas de Nueva York.
Era bastante tímida. Al recibir la noticia de que una familia la iba a visitar la hizo mucha ilusión, pero la supo ocultar ya que mostrar cualquier sentimiento o emoción podría ser bastante... ¿vergonzoso? En el orfanato en el que estaba, cualquier signo que mostrase debilidad sería burlado por los niños más mayores.

La visita fue genial, Natalia y Alba se enamoraron desde el primer minuto de aquella niña rubia y con ojos azules. Estuvieron un par de semanas allí asimilando la situación y familiarizándose con Olivia.

Por fin pudieron irse a España, ya habían preparado una habitación en el nuevo piso que habían comprado entre las dos. Alba vendió su anterior piso y Natalia igual.
Decoraron las paredes de su nueva vivienda con cuadros de la rubia, entre ellos alguno de los que compró la morena. Escogieron el mejor equipamiento para niños, sin sobrepasarse, claro.
La familia de ambas estaban muy contentos con la decisión que habían tomado. Las recibieron en el aeropuerto y más que saludarlas a ellas, saludaron a la recién llegada.

—Es preciosa —dijo Rafi acariciando la espalda de la pequeña.

Esta última estaba un poco asustada; había demasiada gente para lo que ella estaba acostumbrada, así que, miró a sus dos madres y enterró la cabecita en el cuello de la más pequeña.

A partir de aquel momento todo fue maravilloso para las dos. La convivencia se había convertido en algo imprescindible.
Cada vez que Natalia tenía un concierto casual en alguna ciudad llevaba algún regalo para sus dos amores, Alba ahora invertía su tiempo en dirigir la galería y también en pintar junto con Olivia, que había parecido ser una gran artista ya que se la notaba la ilusión al ver que su madre la dejaba dibujar o pintar con ella.

Unas semanas después, la de metro ochenta tuvo un concierto en Valencia. Allí aprovechó para hacerle una visita a su cuñada y suegra; necesitaba algún que otro consejo de ellas. Las invitó a comer un día que hacía sol y se confesó ante ellas.

—Le quiero pedir que se case conmigo —dijo después de que la camarera les hubiese traído las bebidas.

Marina y Rafi se miraron y sonrieron. Sabían que ese día llegaría tarde o temprano, habían formado una preciosa familia y estaban tardando mucho en no dar el siguiente paso.

Empiezo a Caer | ALBALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora