31: Nos encontramos de nuevo

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Las instalaciones de los salones en los que se hospedarían en el palacio, eran muy lujosas y grandes, el General Kim les había comentado a los dos médicos que el rey Jeon había ordenado ofrecerle a sus invitados lo mejor de los servicios.

Sin embargo, ya había pasado una semana y Taehyung aún no ha podido ver el rostro del rey.

El moreno simplemente trataba de no estar muy ocupado, si el rey lo llegase a llamar, tendría que acudir de inmediato a ese llamado. Porque si algo le había enseñado la mujer que lo crió, era el poner la salud de otros por encima de la suya, así podría ser un gran médico.

El estanque de los lotos en el patio trasero del salón donde se hospedaba, daba exactamente con el salón de Jeon. Es decir, era un patio compartido, y aunque estaban compartiendo el estanque solo había un pequeño puentecillo que los separaba.

Y a pesar de tenerlo tan cerca, nunca lo ha visto.

Soltando un suspiro, el médico se sentó en el puentecillo, colocando ambas piernas por el espacio de los barrotes, mientras expandía los brazos hacia atrás para recargarse y mirar el cielo nocturno.

Las estrellas lucían hermosas y brillantes mientras que la Luna se encontraba más iluminada y redonda. Alzando el dedo índice, comenzó a "trazar" las estrellas, juntándolas con otras para así formar las constelaciones.

— Ojalá pudiera tocar una estrella.

Por otro lado, Jeon observaba desde la ventana de su dormitorio al pequeño moreno, una sonrisa se había plasmado en su rostro al ver como el pelinegro simulaba estar tocando las estrellas con su dedo. Sintió como su corazón comenzaba a latir de manera extraordinaria cada vez que le dirigía la mirada. Sin embargo, se escondió detrás de la ventana cuando Taehyung volteó el rostro en dirección a su salón.

— Eso estuvo cerca —se llevó la mano al pecho, suspirando aliviado.

— ¿Qué estaba mirando?

— Mmm... —acarició su mentón — Miraba una estrella deslumbrar el cielo.

Namjoon alzó una ceja sin comprender.

— No lo entenderías —respondió Jungkook con una sonrisa.

-

En el salón celestial custodiado por los guardias celestiales en las puertas, donde la Emperatriz Celestial realizaba sus meditaciones, esta Diosa no podía dejar pasar nada que tuviera que ver con el Valle del Amor.

Juiciosa, codiciosa, malvada, egoísta. Esas eran las palabras que ella más amabas y se autoproclamaba como la madre de la maldad, oh querida Luna, que has hecho al convertir a esta persona en tu amada hija.

Luciendo poderosa, con esas túnicas oscuras y su maquillaje ligero, perfecto y sin exageraciones, se encontraba sentada en el medio del salón en el gran trono de hierro que ha sido iluminado por la Luna por cientos de miles de años.

— ¿Me ha mandado a llamar? —dice esa voz gruesa cuando entra en el salón como si fuese una sombra.

— Quiero que desciendas y mates al Dios que fue enviado a sufrir las penurias de los humanos.

— ¿No cree que es muy precipitado? El emperador está observando.

— No te llamé aquí para que me calumnies.

— C-Claro.

— Asegúrate de matarlo, destruye su espíritu primordial para que no sea capaz de reencarnar como un Dios de nuevo. También, usa el dardo maldito de tu clan, con eso seguramente renacerá como un humano por el resto de sus siguientes vidas.

El Hijo De La Luna ||Vkook Libro #1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora