El Hijo De La Luna ||Vkook Libro #1||

✵17: ¡Déjate amar!

¿Qué es el amor? Es solo un afecto que se tienen dos personas pero... ¿Qué es cuando sólo una persona está dispuesta a amar? Unilateral, exacto, esa es la palabra correcta para describir el amor de Seulgi.

Un amor que probablemente no coseche frutos, pero que aún así no dejaría ir tan fácilmente y mucho menos cuando un Dios menor llego de la nada.

Si, esa divinidad del Valle que no tenía vela en el entierro. Ese inmortal que tanto la molestaba no dejaba de entrar y salir del palacio de Jungkook como si fuera su propia casa. ¡A ella ni siquiera le permitían entrar en su estudio! ¿Como es que de repente el príncipe heredero es tan amigable con ese inmortal, mientras que con ella expresaba su repugnancia? ¿Qué estaba mal con ella? ¿No era lo suficientemente bonita para él? ¿Era eso? ¡Blasfemias! Todos en los existentes cinco cielos envidiaban y querían tener la belleza que irradiaba Seulgi.

Una belleza poco común en las señoritas del reino, inusuales desde que la Diosa del Amor desapareció y dirigió su viaje al Reino de la Nada. Esa diosa que había adquirido más de un título; belleza y sensualidad. Solo esa mujer fallecida podía darle pelea a la Princesa de la Estrella.

Ah... pobre Seulgi, se esforzaba tan duro en obtener un corazón que claramente le pertenecía a otra persona. Pero, no es como si las cosas no pudieran cambiar o al menos eso es lo que ella pensaba, si su mejor amiga Suran había logrado su cometido y estaba feliz al lado de esa Deidad estirada y frívola, pues ella también lo haría y viviría felizmente con su amado.

Ahí estaba de pie en el mismo sitio por más de una hora, siendo acompañada por su doncella más leal del palacio. La doncella que le suplicaba que ya no se humillara a sí misma y lo olvidara, la doncella que tantas veces sufrió el castigo de los rayos celestiales por meterse en los asuntos que, ciertamente no le incumbían. Pobre doncella, a veces deseaba cambiar de amo.

— ¿Está ahí no?

Nayeon no podía evitar sentirse mal por Seulgi.

— Si, esta ahí. —respondió antes de que la pelicastaña le regañara.

La doncella de compañía no pudo evitar que la princesa no entrara al estudio donde había sido echada una y otra vez, en cambio sabia lo que se sentía tener que renunciar al hombre que amas para hacer lo correcto. Pobre Nayeon, aún no comprendía los planes de Seulgi en lo absoluto.

— ¿Jungkook? —preguntó al solo asomar su cabeza, sonriendo de oreja a oreja al encontrarlo de pie colocándose sus túnicas negras, rápidamente se acerco y le ayudo a vestirse.

— ¿Qué estas haciendo aquí? —exclamó Jungkook con tono duro, arrebatándole las túnicas de las manos de su prima quien lucía un poco desaliñada y parecía haber estado bebiendo.

Seulgi mantuvo la mirada gacha — Es la última cosa que podré hacer por ti.

— Nunca te pedí hacer nada.

— ¿¡Cómo puedes ser así!?

— ¿Así como? — la indiferencia con la que le hablaba a la princesa era suficiente para terminar de romper el pequeño corazón que poseía, era suficiente para sacar a relucir las lágrimas que tanto tiempo le costó retener pero aún así Jungkook no cedió.

— ¡Sabes bien lo que siento por ti!

— Seulgi, más de una vez te he dicho que solo te veo como una hermana mayor a la que respeto mucho, fuiste criada por mi padre y eventualmente cuidaste de mi cuando eramos niños, lo agradezco pero no siento lo mismo que tú. Deberías respetar que prontamente serás consorte de mi padre y aún así te cuelas en mis aposentos. — fue lo único que dijo antes de dejarla completamente sola, de pie ahí, luciendo miserable mientras se dejaba caer de rodillas al suelo llenando el Estudio Euphoria de llanto y tristeza.