✧9: Reencuentro.

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"Voces atormentaban mi cabeza advirtiéndome de algo o quizás de alguien, una persona inmortal o quizás de alguna otra especie, parado de espaldas, vestido completamente de rojo"

[Narra Taehyung]

El silencio incómodo es una de las tantas cosas extrañas que me acompañan al despertar sobre la cama, de golpe. El incómodo  sigue presente cuando logro enfocar el espacio, ese tan peculiar con demasiados tonos amarillos para mi gusto, incluso en las velas de la habitación. Eso, es lo primero que logra perturbarme: una habitación que claramente no es mía. Nada que ver con el palacio Sweet Night; elegante y delicado, totalmente distinto a los dibujos del sol pintados en el techo. Totalmente distinto al amarillo y blanco de la decoración extraña y sencilla en las cortinas, en la ropa, en cada pequeña e insignificante cosa que claramente apunta a un solo lugar: El palacio del Dios del Sol.

El desagradable sentimiento sigue presente cuando levemente lo recuerdo, su cuerpo y su expresión, cada pequeña cosa que representa la mísera presencia de mi padre.

Y allí, en medio de la cama y el amarillo intenso intento recordar, intento pensar en él, en su actitud tan peculiar, en sus palabras algunas veces hirientes, y todo, cada pequeña cosa en el espacio queda en un plano tan lejano cuando lo único que recuerdo con exactitud es el cuerpo de Jungkook y el rojo. El cuerpo del Dios del Viento quemándose, cambiando de color en segundos al igual que la barrera pero.... ¿Por qué una barrera?

Antes no había aparecido una cuando... ¿por qué aparecería una ahora?

¿Por qué pasó cuando intento acercarse?

El dolor de cabeza se intensifica mientras la imagen se repite una y otra vez como una naba interminable, se repite de forma insistente por más presión que ejerza.

Sencillamente, el dolor sigue presente cuando deseo no haber conocido a Jeon Jungkook. Ese Dios que sigue apareciendo en mi mente con el único pretexto de alterarla.

— Parece que has despertado — escucho su voz, ronca y gangosa cuando lo encuentro de pie bajo la puerta del balcón, inmaculado como siempre. Ruedo los ojos restándole importancia cuando sin necesidad de ser adivino sé el sermón que viene en camino. Lo sé cuando me levanto para cruzar la puerta de salida, dispuesto a irme al Valle, lejos de todos...

Y cada mínimo esfuerzo por controlar el desastre emocional queda en el vacío cuando sus dedos me toman, cuando su calor entra en contacto con mi cuerpo. De nuevo, la barrera hace acto de presencia como el fuego; intensa y con fuerza, tumbándome al suelo sin remordimiento, alejándome de la Deidad que me mira con preocupación.

¿Preocupación? ¿De qué sirve preocuparse a éstas alturas si nunca estuvo presente? ¿De qué mierda sirve una figura paterna a mi lado?

— No te acerques.

Allí, con ese gesto tan propio lo veo bufar, resoplar con fastidio mientras se lleva una mano hacia la nuca, frotándose como si algo o alguien le molestara.

— Chaerin realmente me odiaba —soltó una seca carcajada sin dejar de apartar sus ojos de mi analizándome con aquellos fríos orbes grisáceos, que no hacen más que erizarme la piel al ser el protagonista en su reflejo. Su mirada parecía dolida, como si de verdad le doliera tener un lazo familiar roto.

— No menciones a mi madre.

La Deidad volvió a acercarse esta vez manteniendo una distancia que no alterara a la poderosa barrera "anti-inmortales" agachándose y elevando su mano con la intención de tomar mi rostro entre sus dedos, por mero instinto giro el rostro, pero el tacto de aquellos dedos jamás llegó.

El Hijo De La Luna ||Vkook Libro #1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora