Jeon Jungkook es el Dios del Viento que vive en el reino de los nueve cielos, hijo de la Diosa de la Luna. Como príncipe celestial, debe hacerse cargo de asuntos que involucren a los nueve cielos.
Kim Taehyung es el único hijo de la Diosa del Amor...
Jungkook se encontraba perplejo por las palabras que el Dios de la Noche había jurado ante él. No tenía nada que decirle, pues lo que había ocurrido minutos atrás no significaba nada para él, solo estaba confundido, nada más. Sus acciones no habían sido las mejores pero ya cuando regresara a su palacio tendría una larga charla con su segundo tío.
El pelinegro lo observaba expectante, esperando que el Dios del Viento se dignara a articular alguna palabra ante su confesión. Prácticamente había confesado sus sentimientos y al parecer estaba siendo rechazado, pero eso no le impediría luchar por obtener tan siquiera un poco de ese amor.
Estoy seguro de que lograré entrar en su corazón.
— Mhmp.. —Carraspeó Jungkook tratando de no mirar directamente a los ojos del mayor y de desviar el tema. — Estoy aquí por el tema del eclipse.
Taehyung asintió desganado, había sido rechazado.
— Es esta noche, no puede retrasarse.
— Bien.
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La noche había llegado y tres inmortales estaban en la espera de la hora exacta para comenzar con su trabajo. El Dios de la Noche se encontraba sentado en el suelo en posición de indio con sus manos en las rodillas con el símbolo de "ok" mientras traía sus ojos cerrados, meditando, para concentrarse en su cultivación. Abrió los ojos cuando sintió todo su espíritu al cien, comenzando a ordenar las estrellas.
Jungkook veía petrificado al Dios de bajo rango ordenar las estrellas con eficacia, como si supiera el lugar especifico de cada una —Lo que era obvio— decorando el cielo en una oleada de estrellas que brindaban su máxima iluminación y se mantenían ajenas entre ellas, brillando como solo ellas sabían hacer. El cuerpo de Taehyung esta siendo iluminado por una luz blanca, al ser él quien controlaba todo en la noche a excepción de la Luna que se encontraba tan radiante y hermosa como siempre.
Taehyung ordenaba las constelaciones invocando así a la pequeña bestia que lo acompañaba en sus solitarias horas de trabajo. Yeon, como le había apodado, se encargaba únicamente de dirigir las constelaciones a sus debidos sitios así como también se encargaba de los sueños de cada uno de los mortales e inmortales, separándolos por colores.
Azul, un sueño que comenzaba siendo real y Amarillo, un sueño falso que nuestra mente solo se imagina.
El azabache se mantenía en silencio junto a su madre que también observaba como el pequeño Dios hacía su trabajo con cuidado y delicadeza.
— Creo que ya está... —murmuró para sí mismo observando el cielo desde un barranco— Si, todo está donde debe estar pero aún así siento que falta algo... —llevó su dedo índice a su mentón tratando de pensar. Y, como si un foco se fuese encendido encima de su cabeza, tuvo la grata idea de hacer una lluvia de estrellas solo para sorprender al chico de cabellos azabaches que lo traía perdidamente enamorado.