El Hijo De La Luna ||Vkook Libro #1||

30: De camino al palacio del rey

Los rayos del sol se colaban por las telas de la pequeña cortina que decoraba la ventana de la casa de paja, alumbrando la cara del moreno que descansaba la cabeza en la mesa de madera, Taehyung se había quedado dormido con los libros de medicina abiertos.

Jeon, con cuidado de no despertarlo, pasó las manos por debajo de las rodillas del mayor y lo alzó para llevarlo y recostarlo en la cama. Luego de haberlo hecho, tomó un pincel y una hoja de papel para comenzar a escribir, una vez que terminó, colocó la nota en en la mesa junto a un libro de medicina del mayor y salió de la casita para nunca más volver.

Y por fin despertó, despertó de ese largo y aburrido sueño donde se había encontrado con un joven de cabellos azabaches y mechones platinados apenas visibles. Un sueño donde se veía a sí mismo, vestido de ropas finas y con un abanico en mano, sentado en lo que parecía ser un trono de plata mientras el joven de cabellos azabaches se arrodillaba frente a él y le suplicaba su perdón.

¿Perdón de qué? Bah, luego trataría de volver a soñar con ese joven tan guapo.

Cayó en cuenta de que estaba acostado en la cama y rápidamente se sentó cruzando las piernas como los indios, mirando hacia todas partes pudo ver que se encontraba solo y eso fue lo que más lo desconcertó.

¿Donde estaba ese hombre?

Se levantó y visualizó una hoja de papel al lado de uno de los libros de medicina que Seokjin le había regalado en su cumpleaños número veinte.

"Gracias por todo, nunca olvidaré tu amabilidad. " estaba escrito en la hoja de manera informal y con letra bonita, al final dejaba un sello en forma de cuervo.

— Este mocoso... —arrugó la hoja abultando los labios en un puchero, mientras arrojaba la nota en el cesto de la basura— Entonces aquí es donde distanciamos caminos, pequeño bandido, espero que te encuentre bien y saludable —sonrío.

Después de haber tomado un pequeño baño de agua caliente en la tina de madera, colocó su velo que cubría la mitad de su rostro y tomó la muda de ropa que su hermano mayor le había empacado en el bolso de paja antes de volver la noche anterior.

Sonrió para sí mismo cuando se miró en el pequeño espejo, los colores azules de sus túnicas combinaban perfectamente con el broche de cabello que la tía le había obsequiado. Ese era su amuleto más precioso, un broche que la mujer que lo crió le regaló. Despeinó su flequillo y cruzó la puerta, dejando atrás los pequeños momentos que había creado con un desconocido.

-

— ¡General Kim, el rey ha vuelto!

Los colores del rostro de Namjoon volvieron a la normalidad cuando uno de los soldados le había dicho la gran noticia, no podía estar más feliz de celebrar el regreso de su mejor amigo.
Y más importante aún, se sentía aliviado de no tener que lidiar cada día con una señorita malcriada de una familia adinerada, le daba infinitamente las gracias al joven rey por haber vuelto lo más pronto posible.

— Todos reciban a su majestad cómo es debido —ordenó el General a sus soldados con una gran sonrisa, mientras se levantaba de su asiento y veía como todos los guardias del palacio hacían una gran fila para darle la bienvenida a su rey.

Jungkook apareció unos segundos después, siendo recibido con saludos marciales mientras caminaba hacia su estudio donde podía ver a NamJoon al pie del último escalón de las escalerillas que lo llevarían a sus aposentos.

— Su Majestad —saludó. Jungkook no aguanto más y lo halo hacia su cuerpo para envolverlo en un abrazo amistoso. — ¿Dónde ha estado? ¡Una semana pareció un siglo!